Francisco, el Papa del «Fin del mundo» que fue llamado a «reparar» a la Iglesia católica

Compartir:

Cuando el 13 de marzo de 2013 Jorge Bergoglio fue elegido como papa Francisco, el Vaticano aún estaba inmerso en el escándalo de «Vatileaks», una filtración de documentos que revelaron casos de corrupción y encubrimiento de casos de pederastia, situación que había empujado en parte a Benedicto XVI a renunciar el 28 de febrero. Por todo esto, la elección del Papa argentino, que falleció este lunes 21 de abril a los 88 años, fue recibida por los fieles como una brisa fresca pero muy pronto se vio que estaba destinada a sacudir a la Iglesia.

Bergoglio sorprendió por su ruptura de los moldes establecidos por su predecesor alemán, más ceremonioso y teológico en sus discursos. La modesta vestimenta con la que fue presentado a Roma fue una señal inequívoca de que su papado estaría atado a su personalidad. Dijo que buscaría devolver a la Iglesia a su esencia más pura y la elección de su nombre papal fue el primer gesto de su misión: sería llamado Francisco, en honor al santo de Asís del siglo XIII que recibió de Dios el llamado a «reparar la Iglesia».

Los famosos y líderes del mundo despiden al Papa Francisco en las redes

Esto no les gusta a los autoritarios

El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.

El Papa Francisco preside la celebración de la canonización de María Antonia de Paz y Figueroa, laica consagrada argentina en camino de santidad desde 2010, en la Basílica de San Pedro del Vaticano, el 11 de febrero de 2024

Siguiendo la doctrina del santo, Francisco se posicionó como un ícono mundial de la lucha contra la pobreza: «¡Cómo me gustaría una Iglesia pobre!», dijo a la curia en sus primeras horas como Papa, una frase que marcaría el ritmo de su pontificado. «La pobreza del mundo es un escándalo», reclamó. «En un mundo donde hay tantas, tantas riquezas, tantos recursos para dar de comer a todos, no se puede entender cómo hay tantos niños hambrientos y sin educación, ¡tantos pobres! La pobreza, hoy, es un grito».

La elección un latinoamericano como Papa fue un signo de la internacionalización de la Iglesia. Muchos celebraron que dejara de ser «eurocentrista» y los movimientos de Francisco aceleraron esa tendencia. Además de viajar a nuevas zonas de crecimiento del catolicismo en África y Asia, nombró cardenales de partes del mundo que antes estaban menos representadas, aumentando las probabilidades de que los futuros Papas sean como él: no europeos.

Nieto de italianos que emigraron a América escapando de la pobreza, Francisco se presentó como la voz, la mayoría de las veces solitaria, que rogaba que el mundo reconozca la vida de los inmigrantes. Casi sin apoyo de los gobernantes mundiales, que construyeron muros y establecieron otras barreras para los solicitantes de asilo, Francisco lavó los pies de inmigrantes, los visitó en la mayoría de sus viajes y habló sobre sus derechos.

Un ataúd simple y una tumba fuera del Vaticano: el Papa Francisco rompió tradiciones al organizar su funeral

El Papa Francisco llega a una reunión con miembros del lobby empresarial italiano Confartigianato, en la sala Pablo VI del Vaticano el 10 de febrero de 2024

Francisco también alzó la voz sobre los devastadores efectos del cambio climático, de maneras que muchas veces resultaban proféticas. En 2015, dedicó una encíclica al medio ambiente, «Laudato Si» (Alabado seas), que tiene su origen en el ‘Cántico de las Criaturas’, de Francisco de Asís y advierte a los líderes mundiales sobre los peligros de explotar la naturaleza y enmarcando la protección del planeta en términos morales y sociales. «La Tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería», dijo al denunciar los estragos del capitalismo salvaje y advertir que los pobres pagarían el precio más caro.

El período de Francisco al frente de la iglesia abarcó algunos de los peores momentos de la historia desde 1945: el Covid y la guerra entre Ucrania y Rusia, dos crisis que lo obligaron a remarcar que «nadie se salva solo». Durante la pandemia, llamó a las naciones más ricas a compartir vacunas con los países en desarrollo. Del mismo modo, se dispuso a tratar de jugar un papel preponderante en conflictos globales y no dudó en meterse en terrenos complicados, ya sea para reducir las diferencias entre Cuba y Estados Unidos o llamando a la paz en conflictos tribales en países africanos.

Uno de los hitos de su papado ocurrió en Brasil en 2013, durante su primer viaje internacional, cuando le dijo a jóvenes argentinos que «hagan lío». «Quiero que la Iglesia salga a la calle», dijo y les advirtió que se guarden de «toda mundanidad, de la oposición al progreso, de lo que es cómodo, de lo que es clericalismo, de todo lo que significa estar encerrados en nosotros mismos«. Sus críticos argumentan, con gran sentido de la ironía, que el Papa siguió su propio consejo, haciendo un «lío» en asuntos espinosos del catolicismo y defendiendo el estilo de «salir a las calles» como una apertura necesaria para llevar a la Iglesia al siglo XXI.

Dolor global: así reaccionó el mundo tras la muerte del papa Francisco a sus 88 años

El Papa Francisco asiste a la misa del Domingo de Ramos en la Plaza de San Pedro del Vaticano, 24 de marzo de 2024

Todo esto le permitió a Francisco hacer más que sus predecesores para fomentar un clima de inclusión y aceptación dentro del catolicismo. Su frase «¿Quién soy yo para juzgar?» marcó un cambio de tono en la forma en que los Papas hablan sobre los católicos LGBTQ. «Ser homosexual no es un delito, es una condición humana«, dijo más tarde, y pidió no confundir «pecado» con «delito» y llamó «injustas» a las leyes que criminalizan la homosexualidad. Pero sus críticos le reprocharon no haber logrado reformar la enseñanza oficial de la Iglesia, que califica a los actos homosexuales como «desordenados».

Francisco también mantuvo abiertas oportunidades para que las mujeres tuvieran un mayor protagonismo en la iglesia, pero los avances fueron pequeños. Dijo que había una necesidad «urgente» de «una presencia femenina más generalizada e incisiva» en la Iglesia y pidió que las mujeres estuvieran «involucradas en las responsabilidades pastorales, en el acompañamiento de las personas, familias y grupos, así como en la reflexión teológica». Pero el porcentaje de mujeres empleadas por la Santa Sede aumentó ligeramente durante su pontificado y sigue siendo extremadamente raro que ocupen puestos de responsabilidad.

El papa Francisco designó que su sepultura fuera en la Basílica Santa María la Mayor, un emblema jesuita

Francisco también fue el primer Papa en abordar formalmente el problema de los abusos sexuales en la iglesia. Pero su manejo de la crisis fue desigual, y se equivocó en la gestión de casos escandalosos que involucraron incluso a personas cercanas a él. Aunque admitió haber cometido errores, como defender a un obispo chileno acusado de encubrir abusos cometidos por sacerdotes, y abolió el «secreto pontificio» -que se refiere a la confidencialidad en el manejo judicial de los casos de abusos y otros delitos graves de este tipo- las víctimas coinciden en que la respuesta de la Iglesia no es más transparente que antes.

El Papa Francisco saluda a la gente el día de la misa del Domingo de Ramos en la Plaza de San Pedro del Vaticano, 24 de marzo de 2024

Hacia adentro del Vaticano, Bergoglio tenía el plan mayor de reformar el gobierno de la Iglesia, detenido en el tiempo: quería acabar con la corrupción y limpiar sus turbias finanzas, dos crisis que habían golpeado a los anteriores papas. Consiguió materializar grandes cambios en áreas como la administración de la curia, los tribunales eclesiásticos y el derecho canónico, la sanidad, el laicado y la familia. Pero las chances de cambios radicales no fueron suficientes y el ambiente de esperanza por su elección fue reemplazado pronto por un descontento interno cada vez mayor.

El cardenal Parolin, secretario de Estado, reconoció en 2023 que la reforma de la curia le «tomó mucho tiempo y mucha energía» a Francisco. Y en su autobiografía, el Papa reconoció que la reforma «fue la tarea más exigente» y que «hubo la mayor resistencia al cambio». Al contrario, intensificó la oposición en los últimos años y Francisco enfrentó críticas de la izquierda de la Iglesia, un flanco liderado por Alemania y EEUU, cuyos líderes eclesiásticos dijeron que no el Papa no fue lo suficientemente lejos en la reconstrucción de una institución en crisis.

Galería de fotos: la vida del Papa Francisco en imágenes históricas

Dispuesto a poner a la Iglesia en movimiento y a acercarse a los sectores vulnerables, Francisco ubicó en un lugar preponderante al continente americano a la hora de emprender vuelo: visitó Brasil, Bolivia, Canadá, Chile, Colombia, Cuba, Ecuador, Estados Unidos, México, Panamá, Paraguay y Perú. Pero la esperada y no concretada visita a la Argentina es un dato destacado de su biografía. En varias oportunidades su viaje a su tierra natal estuvo cercano, pero canceló la posibilidad cada vez que se le presentó.

El Papa Francisco asiste a la Misa Crismal en la Basílica de San Pedro en el Vaticano, el 28 de marzo de 2024

El Papa recibió invitaciones formales de los presidentes Cristina Kirchner, Mauricio Macri, Alberto Fernández y Javier Milei, pero temía que su figura fuera «usada» por la coyuntura política. El biógrafo Jimmy Burns dijo que la ausencia de Francisco en Argentina es uno de los mayores misterios de su pontificado y cree que esto se debe al deseo de evitar divisiones políticas entre peronistas y antiperonistas. «Cualquier visita sería explotada políticamente y terminaría causando divisiones no deseadas», argumentó Burns.

En el libro «El Pastor«, de los periodistas Francesca Ambrogetti y Sergio Rubin, Francisco se refirió a su vínculo con el país y también habló sobre el esperado viaje: «En Argentina viví 76 años. Pero no estoy lejano, me siento cercano. Estoy siempre en contacto con muchos compatriotas amigos. Y cuando escribo sobre valores, sobre doctrina social de la Iglesia, si bien lo hago para todos los países, tengo presente a mi país y espero que mis palabras puedan ser una contribución. Es injusto decir que no quiero ir». En su autobiografía publicada en 2024, confesó sentir todavía cierta nostalgia por su país: «Todavía puedo oler el aroma de la pizza. A decir verdad, salir a comer pizza es una de las pequeñas cosas que más extraño».

Quiénes eran las seis mujeres que podían saltarse el protocolo para visitar al Papa Francisco

Un descendiente de inmigrantes criado en el barrio de Flores

Foto sin fecha proporcionada por la familia Bergoglio del Papa Francisco en sus años de juventud.

Nacido el 17 de diciembre de 1936, Jorge Mario Bergoglio fue el mayor de los cinco hijos de Mario Bergoglio, un trabajador ferroviario inmigrante italiano, y de Regina Sívori, una ama de casa hija de inmigrantes italianos. En una entrevista con el periodista francés Dominique Wolton, Francisco recordó: «Vi a una madre que sufrió, cuando después de su último parto tuvo una infección que la dejó sin poder caminar durante un año. La vi sufrir y pude ver cómo arreglaba las cosas para no desperdiciar nada. Mi padre tenía un buen trabajo –era contable– pero con su sueldo apenas nos llegaba a fin de mes. Y pude ver cómo ella afrontaba los problemas, uno tras otro…».

Pero fue su abuela paterna, Rosa Margherita Vassalo, la figura más influyente de su infancia. Era una mujer de fe que provenía de una familia campesina del Piamonte que emigró a Argentina. «Tuve la gracia de crecer en una familia donde la fe se vivía de manera sencilla y concreta; pero fue sobre todo mi abuela, la madre de mi padre, quien marcó mi camino de fe», relató. «Era una mujer que nos explicaba, que nos hablaba de Jesús, que nos enseñaba el catecismo. Recuerdo siempre que el Viernes Santo por la tarde nos llevaba a la procesión de las velas, y al final de esta procesión… mi abuela nos hacía arrodillar a los niños, y decía: ‘Miren, ha muerto, pero mañana resucitará’. ¡El primer anuncio cristiano lo recibí de mi abuela».

El acto más misterioso de la cristiandad: cómo es el cónclave que elegirá al próximo Papa

Según su autobiografía, en septiembre de 1953, Jorge tenía 16 años cuando, mientras estudiaba en la Escuela Técnica Nº 27 Hipólito Yrigoyen, sintió un extraño impulso de entrar en una iglesia por la que pasaba. Una vez dentro, vio a un sacerdote que nunca había visto antes, «aunque esta era la iglesia a la que iba regularmente para la misa dominical». «De repente sentí la necesidad de confesarme», escribió Francisco. «El hecho es que ya no era el mismo y salí con el conocimiento de que iba a ser sacerdote».

Foto sin fecha proporcionada por la familia Bergoglio del Papa Francisco (izq.) en sus años de juventud con su hermano Oscar Bergoglio

A los 32 años, casi una década después de perder un pulmón debido a una enfermedad respiratoria y abandonar sus estudios de química, Bergoglio ingresó en el Seminario Metropolitano de Buenos Aires, en Villa Devoto, para convertirse en sacerdote jesuita con la oposición de su madre, que quería que fuera médico. Según su hijo, tardó un tiempo largo en asimilar su opción.

Entre 1964 y 1965, Bergoglio fue profesor de literatura y psicología en el Colegio de la Inmaculada Concepción de Santa Fe y en el Colegio del Salvador de Buenos Aires. A pesar de su tardío comienzo, fue ordenado sacerdote jesuita el 13 de diciembre de 1969, cuatro días antes de cumplir los 33 años, y lideró la comunidad durante cuatro años, ocupando el cargo de provincial de la Compañía de Jesús de 1973 a 1979. Explicó que se unió a los jesuitas «atraído por su condición de fuerza de avanzada de la Iglesia, hablando en lenguaje castrense, desarrollada con obediencia y disciplina, y por estar orientada a la tarea misionera«.

Dónde estudió el Papa Francisco y cómo llegó a obtener su lugar en el mundo eclesiástico

Jorge Bergoglio con sus padres, Mario José Bergoglio, oriundo de Italia, y Regina María Sívori, hija de inmigrantes italianos también, fotografiados durante 1958 en Buenos Aires.

La sombra de la dictadura

Foto sin fecha publicada por su familia del argentino Jorge Bergoglio, ahora Papa Francisco, sirviendo una comida en Buenos Aires.

El éxito vocacional de Bergoglio coincidió con la sangrienta dictadura militar de 1976-1983, cuyas sombras opacaron el inicio de su papado, cuando en Argentina algunas voces cuestionaron su presunta pasividad durante la dictadura. Se le reprochó puntualmente el no haber hecho lo suficiente como jefe de los jesuitas para proteger a los sacerdotes Francisco Jalics y Orlando Yorio, que formaban parte de su congregación y que fueron secuestrados y torturados durante cinco meses en 1976.

Francisco Jalics dijo que es falso suponer que los secuestros ocurrieron por culpa de Bergoglio: «Antes me inclinaba por la idea de que habíamos sido víctimas de una denuncia. Pero a finales de los 90, tras numerosas conversaciones, me quedó claro que esa suposición era infundada«. Declaró que Yorio y él fueron secuestrados por su conexión con una catequista, que primero trabajó junto a ellos y «luego ingresó en la guerrilla«.

Jorge Bergoglio asumió como titular de la archidiócesis de Buenos Aires y primado de Argentina en 1998.

En 2010 una antigua catequista, María Elena Funes de Perinola, presentó una querella contra Bergoglio acusándolo directamente de facilitar el secuestro de los curas. Pero él refutó la versión diciendo que había dado refugio en el Colegio Máximo a varias personas que huían de la represión, entre ellas tres seminaristas, además de prestar su identidad a otra persona para que cruzara la frontera brasileña. «Hice lo que pude con la edad que tenía y las pocas relaciones con las que contaba, para abogar por personas secuestradas (…) me moví dentro mis pocas posibilidades y mi escaso peso», declaró.

El Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel salió en defensa de Bergoglio después de su elección como Papa, asegurando que «no tuvo nada que ver con la dictadura» y que «no fue cómplice de la dictadura». En su lugar, «prefirió una diplomacia silenciosa, de pedir por los desaparecidos, por los presos». «Dentro de la jerarquía católica argentina hubo sí algunos obispos cómplices con la dictadura, pero no Bergoglio», dijo Esquivel. «Hubo pocos obispos que fueron compañeros de lucha contra la dictadura«.

Las malas relaciones de Bergoglio con los Kirchner

Jorge Bergoglio con Nestor Kirchner y Cristina Fernandez de Kirchner en la catedral metropolitana de Buenos Aires.

En la década de 1980, Bergoglio pasó unos años en Frankfurt investigando sobre el teólogo Romano Guardini para una tesis que nunca terminó. Dijo que extrañaba su país y que cuando Argentina ganó el Mundial 1986 sintió soledad al no poder celebrar con otros. Bergoglio se trasladó después a la iglesia de la Compañía en la ciudad de Córdoba como director espiritual y confesor, y 1992 el Papa Juan Pablo II lo designó obispo titular de Auca y obispo auxiliar de Buenos Aires, uno de los cuatro que tenía la Archidiócesis.

Desde este momento, el ascenso de Bergoglio en la jerarquía eclesiástica se hizo imparable, aunque en Argentina ya era más conocido por la simplicidad con la que interactuaba con la gente, sus viajes en transporte público y su modesto modo de vida. En 1998 sucedió al cardenal Quarracino como arzobispo de Buenos Aires y primado de Argentina, el primero jesuita. La imposición del capelo cardenalicio por Juan Pablo II le llegó en febrero de 2001 y entre 2005 y 2011 fue presidente de la Conferencia Episcopal Argentina.

Con el Papa Juan Pablo II tras su nombramiento como cardenal en febrero de 2001.

Fue durante esta época que Bergoglio levantó un perfil más político, criticando públicamente las decisiones de los gobiernos de Néstor Kirchner -al que criticó por «el exhibicionismo y los anuncios estridentes» que hacía en 2003- y su esposa, Cristina Fernández. Como revancha, Kirchner se negó a acudir a varias de las misas encabezadas por Bergoglio en la Catedral Metropolitana y desde la Conferencia Episcopal se llegó a asegurar que no había relaciones entre la Iglesia y el gobierno.

Los enfrentamientos verbales llevaron a Kirchner a criticar abiertamente a la Iglesia: «Nuestro Dios es de todos, pero cuidado que el diablo también llega a todos, a los que usamos pantalones y a los que usan sotanas», dijo en 2006. Con la llegada de Cristina Fernández al poder, las relaciones mejoraron un poco, gracias a los contactos que ella mantuvo con la Iglesia para preparar el viaje de 2009 al Vaticano. Pero la paz comenzó a romperse después de que Bergoglio acusara al gobierno de alimentar la «crispación social» y denunciara que «desde hace años el país no se hace cargo de la gente«.

Las cosas empeoraron en 2010, cuando el gobierno K promovió la legalización del matrimonio homosexual y Bergoglio envió una misiva a toda la Iglesia argentina en la que pedía que en las ceremonias religiosas se hiciera énfasis en «el bien inalterable del matrimonio y la familia». «No se trata de una simple lucha política; es la pretensión destructiva al plan de Dios«, proclamó Bergoglio mientras se debatía el derecho al matrimonio igualitario. «Hombre y mujer reciben el mandato de crecer, multiplicarse y dominar la tierra».

Jorge Bergoglio como arzobispo de Buenos Aires.

La presidenta desechó la idea de que fuera un asunto religioso: «Se plantea como una cuestión de moral religiosa y atentatoria del orden natural, cuando en realidad lo que se está haciendo es mirar una realidad que ya está«. Después de que el Congreso aprobó el matrimonio igualitario, Cristina Fernández frenó en el parlamento el proyecto de legalización del aborto, lo que se interpretó dentro de la Iglesia como un gesto de buena voluntad hacia los católicos.

Treinta años después, hubo versiones de desencuentros entre el ya Papa y el presidente Alberto Fernández, cuando el gobierno kirchnerista presentó -y logró aprobar- el proyecto de interrupción voluntaria del embarazo. Durante el debate, Francisco continuaba sosteniendo la «gravedad del pecado del aborto, porque supone la eliminación de una vida humana», calificando la práctica como «homicidio» y llamando «sicarios» a los médicos que la realizan.

Francisco, primer Papa americano y primero no europeo desde 741

Bergoglio fue uno de los «preferiti» del cónclave de abril de 2005, convocado tras el fallecimiento de Juan Pablo II y del que el alemán Joseph Ratzinger salió elegido. «Sucedió que yo llegué a tener 40 de los 115 votos en la Capilla Sixtina», reveló. «Eran suficientes para frenar la candidatura del cardenal Ratzinger, porque, si me hubieran seguido votando, él no habría podido alcanzar los dos tercios necesarios para ser elegido papa».

«Me contaron, más tarde, que no querían a un papa ‘extranjero’», relató. «Fue una maniobra en toda regla. La idea era bloquear la elección del cardenal Ratzinger. Me usaban a mí, pero detrás ya estaban pensando en proponer a otro. Cuando me di cuenta por la tarde, le dije a un cardenal latinoamericano: ‘No embromen con mi candidatura, porque ahora mismo voy a decir que no voy a aceptar, ¿eh? Dejame ahí’. Y ahí ya salió elegido Benedicto», contó.

Para Bergoglio, Ratzinger «era el único que en ese momento podía ser Papa». «Después de la revolución de Juan Pablo II, que había sido un pontífice dinámico, muy activo, con iniciativa, que viajaba, hacía falta un papa que mantuviera un sano equilibrio, un papa de transición». «Si hubieran elegido a uno como yo, que hace mucho lío, no habría podido hacer nada. En aquel momento, no habría sido posible. Yo salí contento. Benedicto XVI fue un hombre que acompañó el nuevo estilo. Y no le fue fácil, ¿eh? Encontró mucha resistencia«.

El 13 de marzo de 2013, Bergoglio se convirtió en el Papa tras un cónclave sorprendentemente rápido que le dio 77 votos, o dos tercios de los 115 votos de los cardenales, en la quinta votación. El jesuita estaba tan convencido de que no sería elegido que casi se perdió la votación final mientras conversaba con otro cardenal fuera de la Capilla Sixtina. «El maestro de ceremonias salió y dijo: ‘¿Vas a entrar o no?'», recordó en una entrevista. «Después me di cuenta de que era mi resistencia inconsciente a entrar«.

A diferencia de 2005, el argentino esta vez no era favorito, teniendo un perfil más bajo que el de los italianos Angelo Scola y Gianfranco Ravasi, el austríaco Christoph Schönborn, el húngaro Péter Erdő o el filipino Luis Antonio Tagle. «Cuando mi nombre fue pronunciado por septuagésima séptima vez, hubo un estallido de aplausos, mientras continuaba la lectura de los votos», dijo Francisco.

Cuando apareció en el balcón de la Basílica de San Pedro esa noche, con su sencilla sotana papal blanca y una cruz de madera, el recién elegido Papa presentó inmediatamente la imagen de un tipo diferente de papado. «Hermanos y hermanas, buenas tardes. Como saben, el deber de un cónclave es dar un obispo a Roma. Parece que mis hermanos cardenales han ido a buscarme casi al fin del mundo…», dijo a la multitud.

Seis días después, Francisco inauguró su pontificado asegurando que serviría con humildad a una Iglesia enfrentada a numerosos desafíos pero que también protegería a los pobres y olvidados. «El verdadero poder es el servicio, y también el Papa, para ejercer el poder (…) debe poner sus ojos en el servicio humilde, concreto y rico de fe», dijo Francisco. «No debemos tener miedo de la bondad, de la ternura».

Papa número 266, Bergoglio se convirtió en el primero originario de las Américas, el primero jesuita y el primero no europeo desde Gregorio III, del siglo VIII, que había nacido en Siria y fue elegido por aclamación en 731. A sus 76 años y 3 meses de edad, era el octavo Papa más anciano al momento de su elección, aunque más joven que Benedicto XVI, que en 2005 tenía 78. El más veterano, Clemente X, tenía casi 80 cuando fue elegido en 1670. Francisco fue también el primer Papa jesuita y hay que remontarse hasta 1492 y al infame Alejandro VI Borgia para encontrar un Papa que tuviera el español como lengua materna.

La difícil convivencia con el Papa Benedicto XVI

El Papa Francisco visita al papa emérito Benedicto XVI en su casa del Vaticano.

La renuncia de Benedicto XVI y la elección de Francisco abrieron un capítulo sin precedentes en la historia de la Iglesia: la cohabitación en El Vaticano de dos papas, uno reinante y otro retirado. A pesar de decir que viviría «escondido del mundo» tras su renuncia, la persistente presencia del teólogo alemán en el Vaticano causó confusión dentro de la curia, alimentando una dinámica de dos papas enfrentados a veces explotada por los críticos de Francisco.

Durante casi una década, Benedicto XVI continuó viviendo en el Vaticano, en el monasterio de Mater Ecclesiae, donde escribía, leía y tocaba el piano, pero también donde recibía visitas, que a veces revelaban lo que el papa emérito opinaba sobre el curso de la iglesia, alimentando así a una facción católica conservadora y nostálgica abiertamente descontenta con Francisco.

La existencia de dos cortes papales aparentemente enfrentadas por el dogma hizo temer a los vaticanistas que Benedicto se convirtiera en un «antipapa» manipulado por personas que, en palabras del teólogo Massimo Faggioli, «trataron de ocultar sus complots bajo el manto del emérito«. Aunque Francisco comparó el hecho de que Benedicto viviera en el Vaticano con tener un «abuelo» en la casa, el libro del asistente más cercano del papa emérito, el arzobispo alemán Georg Gänswein, secretario privado de Benedicto, expuso las tensiones entre los dos pontífices.

El Papa Francisco visita al papa emérito Benedicto XVI en su casa del Vaticano.

Hasta el final de su vida, Benedicto intervino con frecuencia en temas como los abusos sexuales por parte del clero y la posibilidad de sacerdotes casados, a través de libros, entrevistas y artículos periodísticos. Su contribución a un libro en enero de 2020, en el que advirtió a Francisco que no relajara las reglas sobre el celibato sacerdotal, fue vista como un intento de impulsar la causa del ala ultraconservadora de la Iglesia.

Cuando esto salió a la luz, algunos creyeron que el pasaje ofensivo había sido agregado por personas de su entorno que buscaban comerciar con la autoridad del papa emérito para descarrilar las reformas de Francisco. Fue un desastre de relaciones públicas y Francisco destituyó a Gänswein como prefecto emérito de la Casa Pontificia. «Acompaña a Benedicto, que te necesita, y actúa como un escudo», le habría dicho Francisco. Al enterarse, Benedicto le dijo «parece que el Papa Francisco ya no confía en mí y te está convirtiendo en mi guardián».

En una entrevista en 2021, Benedicto XVI dijo que en la iglesia «solo hay un Papa, no dos», refiriéndose a Francisco, pero reconoció que muchos de sus partidarios se negaron a aceptar su renuncia. «Algunos de mis amigos más ‘acérrimos’ todavía están enojados, no quisieron aceptar mi decisión. Y pienso en las teorías que siguieron: algunos dijeron que era por el escándalo de Vatileaks, otros que era una conspiración del lobby gay… Todos los que apoyan estas teorías quieren creer que no fue una decisión consciente. Pero mi conciencia está bien».

«Me gustaría una Iglesia pobre, y para los pobres»

El Papa Francisco dirigiendo una misa en la basílica de San Pedro en el Vaticano el 14 de marzo de 2013, un día después de su elección.

Cuando los cardenales le preguntaron qué nombre llevaría como Papa, Bergoglio eligió Francisco, siendo solo el segundo pontífice (después de Juan Pablo I en 1978) que tomó un nombre inédito desde Landon, del siglo X. Fue, además, la primera vez en que un papa eligió el nombre de Francisco, lo que remite al gran santo de Asís, quien está considerado como el encargado de trazar en el medioevo una línea en la Iglesia con su enamoramiento por la «Dama Pobreza».

Francisco dijo que el santo que había inspirado su nombre era «el hombre que nos da su espíritu de paz, un hombre pobre». Y agregó una frase histórica: «Cómo me gustaría una Iglesia pobre, y para los pobres«. Más tarde, relató que el nombre surgió por una charla con el cardenal Cláudio Hummes, que le dijo «no te olvides de los pobres». «Eso me llamó la atención… Inmediatamente pensé en san Francisco de Asís, un hombre de paz, de pobreza, que amó y protegió la creación«.

El Papa Francisco durante la celebración de la Pasión del Señor en la Basilica de San Pedro, el 10 de abril de 2020.

Fiel a su estilo, Francisco rechazó los aposentos papales del Palacio Apostólico y prefirió vivir en la modesta habitación 201 de la Casa Santa Marta, donde asistió a misa y comió con los empleados siempre que pudo. El Papa vivió en una suite de solo 50 m2 con dos pequeñas habitaciones: una con su cama y la otra con un escritorio dotado con su máquina de escribir y una biblioteca. El modesto Papa siguió usando zapatos gastados, viajando en un Fiat en lugar de en un Mercedes-Benz y rechazando el lujo que ofrecía el palacio vacacional de los papas en Castel-Gandolfo, mientras el Palacio Apostólico fue destinado a ocasiones ceremoniales.

En sus primeras apariciones públicas tras el cónclave, Francisco demostró que nunca estaba más feliz que cuando estaba entre su rebaño y durante una homilía les aconsejó a los sacerdotes de todo el mundo que procuren ser «pastores con olor a oveja». Siguiendo su propia doctrina, lavó y besó los pies de prisioneros y acogió en el palacio a refugiados, construyó duchas y entregó bolsas de dormir a personas sin hogar en Roma y envió alimentos a centros de recepción de inmigrantes, y abrió los aposentos del palacio para recibir a refugiados sirios.

El Papa Francisco durante la homilia de vigilia pascual en la Basilica de San Pedro el 11 de abril de 2020

Más tarde, Francisco reflejó su intención de que la iglesia fuera como «un hospital de campaña» con «la capacidad de sanar las heridas y calentar los corazones de los fieles». «Necesita cercanía, proximidad. Veo a la iglesia como un hospital de campaña después de la batalla».

«Hablamos de la paz, pero armamos la guerra»

El papa Francisco con presidente de los Estados Unidos Joe Biden en el Vaticano, el 29 de octubre de 2021.

Para consternación de los tradicionalistas, el franco y espontáneo Francisco también demostró que la Iglesia es una institución cuyo líder puede enfrentar abiertamente problemas no resueltos, en lugar de ignorarlos, y se presentó al mundo como un firme defensor del medio ambiente y un feroz crítico del capitalismo y la desigualdad. Consiguió así hacerse un perfil político reconocido en el mundo, pero rechazó una y otra vez -sin éxito- las sugerencias de que era «socialista», «comunista», «izquierdista» o incluso «peronista».

«Nunca estuve afiliado al partido peronista, ni siquiera fui militante o simpatizante del peronismo. Afirmar eso es una mentira», dijo. «Tampoco estuve afiliado a Guardia de Hierro como dijeron algunos. Repito, la presencia de esa agrupación en la universidad y mis escritos sobre la justicia social llevaron a que se dijera que soy peronista. Pero en la hipótesis de tener una concepción peronista de la política, ¿qué tendría de malo?».

«Cuando dicen que ‘el Papa en lo social es comunista’ la respuesta es que no, que hay que leer lo que dice el Evangelio. Pido que lean las Bienaventuranzas. Que lean cómo Jesús se comportaba con la gente. Que comprueben que era un revolucionario en el mejor de los sentidos», argumentó. Sí reconoció que le gusta la política: «Que sí, que estoy haciendo política. Porque toda persona tiene que hacer política. El pueblo cristiano tiene que hacer política. Cuando leemos lo que decía Jesús comprobamos que hacía política. ¿Y qué es política? Un estilo de vida para la polis, para la ciudad. Lo que no hago, ni debe hacer la Iglesia, es política partidaria. Pero el Evangelio tiene una dimensión política, que es convertir la mentalidad social, incluso religiosa, de la gente».

El Papa Francisco dirige la oración Regina Caeli desde su ventana en el Vaticano, 23 de abril de 2023

Francisco contó que fue una mujer llamada Esther Balestrino De Careaga, que fue asesinada en la dictadura, quien en su juventud le «enseñó a pensar, es decir, a pensar en política». «Ella era química, estaba a cargo del departamento donde yo trabajaba, en el laboratorio de ciencias de la alimentación. Era comunista de Paraguay, del partido febrerista, como le dicen allá. Recuerdo que me hizo leer la sentencia de muerte de los Rosenberg. Me hizo descubrir qué había detrás de esa sentencia. Me dio libros -todos comunistas- pero me enseñó a reflexionar sobre política. Le debo mucho a esa mujer«.

Francisco fue el primer Papa en referirse abiertamente a la crisis del calentamiento global. Con su innovadora encíclica de 2015 «Laudato Si», el Papa instó al mundo a actuar rápidamente para abordar el cambio climático, diciendo que los países ricos son los que tienen la mayor responsabilidad. Ya en su homilía de inauguración había pedido a «todos los que ocupan puestos de responsabilidad en el ámbito económico, político o social y a todos los seres humanos que custodien la Creación y no dejen que los signos de destrucción y muerte desfiguren el mundo». «Dios perdona siempre, nosotros de vez en cuando, la naturaleza nunca. Las catástrofes parciales no fueron atendidas«, alertó.

«Hoy día, ¿quién habla de los incendios de Australia? ¿De que hace un año y medio un barco cruzó el Polo Norte porque se podía navegar porque se habían disuelto los glaciares? ¿Quién habla de las inundaciones? No sé si es la venganza, pero es la respuesta de la naturaleza. Toda crisis es un peligro pero también una oportunidad. Y es la oportunidad de salir del peligro. Hoy creo que tenemos que desacelerar un determinado ritmo de consumo y de producción y aprender a comprender y a contemplar la naturaleza. Y reconectarnos con nuestro entorno real. Esta es una oportunidad de conversión».

El Papa Francisco se reúne con el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenskiy, en el Vaticano, el 13 de mayo de 2023

Sustentada en la investigación climática, la encíclica plantea que la Humanidad es responsable del calentamiento global y advierte de que el ritmo acelerado de cambio y degradación llevaron al mundo a un «punto de quiebre». El Papa dijo que los países ricos debían aceptar que son los mayores responsables de la crisis climática y que deben ayudar a los países más pobres y culpó al consumismo, el individualismo y la búsqueda de crecimiento económico por «exprimir al planeta hasta dejarlo seco».

Francisco también criticó lo que considera una indiferencia global hacia los refugiados, dedicando su primera salida del Vaticano para visitar la isla italiana de Lampedusa, el punto de desembarco de miles de migrantes que cruzan el Mediterráneo. «La globalización de la indiferencia nos ha robado la capacidad de llorar», lamentó. Con el paso del tiempo, el Papa hizo de los derechos de los inmigrantes su bandera y en 2024 dijo a los líderes globales que no sirven «leyes más restrictivas» o «la militarización de las fronteras» y que rechazar a los migrantes «es un pecado grave«.

En el ámbito geopolítico, Francisco trató de forjar alianzas en todo el mundo, sobre todo con China, los países musulmanes y la Iglesia Ortodoxa Rusa. Sin embargo, los lazos con esta última se vieron tensados por la guerra en Ucrania, mientras que hubo pocos resultados de las ofertas de Francisco para negociar la paz entre Kiev y Moscú. Con el tiempo, Francisco se permitió que su crítica contra Rusia fuera más dura, comparando la invasión armada de Ucrania con un «genocidio», pero para entonces ya había recibido varios reproches de los ucranianos. «Cuando estalló la guerra, simplemente improvisó», analizó el historiador Alberto Melloni. «Y al final consiguió hacer infelices a los ucranianos».

El Papa Francisco llega para reunirse con obispos y delegados del Camino Sinodal en el Aula Pablo VI, en el Vaticano, el 25 de mayo de 2023

Durante una visita a Hiroshima en 2019, Francisco dijo que no solo el uso sino la mera posesión de armas nucleares es «inmoral», modificando así la posición de la Iglesia, que anteriormente sostenía que la disuasión nuclear podía ser moralmente aceptable en el ínterin, siempre y cuando se utilizara para el desarme nuclear mutuo y verificable. «El uso de la energía atómica con fines de guerra es hoy más que nunca un crimen, no sólo contra el hombre y su dignidad sino contra toda posibilidad de futuro en nuestra casa común», dijo. «El uso de energía atómica con fines de guerra es inmoral, como asimismo es inmoral la posesión de las armas atómicas, como ya lo dije hace dos años. Seremos juzgados por esto. Las nuevas generaciones se levantarán como jueces de nuestra derrota si hemos hablado de la paz, pero no la hemos realizado con nuestras acciones entre los pueblos de la tierra«.

«Cualquiera que haga la guerra es malvado. Dios es paz», escribió en su autobiografía, en la que recordó las experiencias de guerra de su abuelo en la Primera Guerra Mundial: «Nono describió el horror, el dolor, el miedo, la absurda inutilidad alienante de la guerra». «Me preocupa que los innumerables llamados a la paz de las organizaciones internacionales entren por un oído y salgan por el otro», expresó después en una entrevista en la que cuestionó la «hipocresía» de los líderes mundiales: «Hablamos de la paz, pero armamos la guerra. Uno de los réditos mayores de las inversiones en Europa son las fábricas de armas. Entonces, armamos conferencias y encuentros de paz, pero seguimos fabricando armas para matar», planteó en una entrevista en la que alertó sobre «una tendencia universal a la autodestrucción».

«¿Quién soy yo para juzgar?»

El Papa Francisco dirige la oración del Ángelus desde su ventana en el Vaticano, 25 de junio de 2023

En julio de 2013, durante su viaje de regreso al Vaticano tras una visita a Brasil, el Papa Francisco hizo una declaración que marcaría un punto de inflexión en la postura de la Iglesia católica hacia la comunidad LGBTQ, cuando se le preguntó sobre la presencia de un «lobby» de sacerdotes homosexuales: «El problema es el lobby de cualquier tendencia: el lobby político, el lobby masónico y también el lobby gay. No todos los lobbies son buenos. Si alguien es gay y busca al Señor con buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarlo? Estas personas no deben ser discriminadas ni marginadas«.

Diez años más tarde, Francisco cristalizó las leyes de los estados que criminalizan la homosexualidad, calificándolas de injustas, e instó a los obispos católicos a dar la bienvenida a las personas LGBTQ a la Iglesia: «La homosexualidad no es un crimen», dijo. En el libro de Rubín y Ambrogetti habló sobre la relación de la Iglesia con los homosexuales: «A quienes sufrieron el ‘rechazo de la Iglesia’, les haría saber que no es el ‘rechazo de la Iglesia’, sino de ‘personas de la Iglesia’; la Iglesia es madre y convoca a todos sus hijos». También pidió a los padres no «ignorar» a un hijo homosexual porque eso «es una falta de paternidad y maternidad».

El Papa Francisco sale tras la audiencia general semanal, en la Plaza de San Pedro del Vaticano, 28 de junio de 2023

Si bien Francisco no se desvió de algunas creencias católicas acérrimas -siguió llamando «pecado» a la homosexualidad-, promovió un diálogo sin precedentes con esta comunidad y se pronunció a favor de la despenalización global de las relaciones homosexuales y de permitir que los sacerdotes bendigan dichas uniones.

Sin embargo, no todos están contentos con las acciones de Francisco. Algunos obispos tradicionalistas de Asia y África consideraron que sus posturas eran demasiado progresistas, y activistas LGBTQ creen que todavía hay espacio para un cambio más profundo. La doctrina de la Iglesia, que considera la homosexualidad «intrínsecamente desordenada», no cambió bajo Francisco, y en 2021, el organismo de control de la ortodoxia de la Iglesia prohibió la bendición de parejas homosexuales argumentando que Dios «no puede bendecir el pecado«.

Las resistidas reformas del Papa Francisco para el Vaticano

El papa Francisco asiste a la misa por el Día Mundial de los Abuelos y los Ancianos en la Basílica de San Pedro, en el Vaticano. 23 de julio, 2023

Desde la descentralización del poder, el aumento de la transparencia y la provisión de mayores roles para los laicos y las mujeres, desde el principio Francisco se empecinó en implementar reformas fundamentales de la Curia Romana, el gobierno central de la Santa Sede.

A pesar de la fuerte oposición interna, las reformas se consagraron en una nueva constitución que entró en vigor en 2022, reorganizando los dicasterios (ministerios) y poniendo en el centro de su misión el objetivo de difundir el Evangelio. Al principio apuntó especialmente a las turbias finanzas del Vaticano, creando una secretaría especial para la economía en 2014, tomando medidas drásticas contra la corrupción e intensificando el escrutinio de las inversiones y el Banco del Vaticano, lo que llevó al cierre de 5.000 cuentas.

Pero la pandemia golpeó los ingresos del Vaticano, y sus esfuerzos se vieron ensombrecidos en 2020 por el juicio contra el cardenal Angelo Becciu, excolaborador papal acusado de malversación de fondos sobre un acuerdo inmobiliario en Londres. Francisco humilló públicamente a Becciu despojándolo de sus privilegios, incluido el de votar en el cónclave, y el juicio fue un golpe a la reputación de la Santa Sede, dados los interrogantes sobre si los acusados recibieron un juicio justo y el propio papel del pontífice.

El Papa Francisco saluda a los fieles a su salida tras dirigir las Vísperas con miembros del clero en el Mosteiro dos Jeronimos (Monasterio de los Jerónimos) durante su viaje apostólico a Portugal con motivo de la XXXVII Jornada Mundial de la Juventud, en Lisboa, Portugal, 2 de agosto de 2023

Francisco reconoció que la reforma de la burocracia, en particular el esfuerzo por imponer normas internacionales de contabilidad y presupuesto en sus finanzas, fue la tarea más «exigente» de su papado y una que generó «la mayor resistencia al cambio». «He sido convocado a una batalla», escribió el Papa. «Las decisiones que tomé en ese sentido no fueron fáciles, estaba seguro de que habría problemas, pero también sé que la verdad nunca debe ocultarse y ser opaco es siempre la peor opción».

Para disgusto de sus críticos, Francisco demostró sentirse muy cómodo a la hora de ejercer el poder papal y poseer una gran habilidad política y astucia mediática. A diferencia de Benedicto XVI, logró que los escándalos no lo golpearan y demostró capacidad para recuperarse de los errores. Mientras el papa alemán dependió del consejo de clérigos italianos y alemanes propensos a las intrigas, el argentino se rodeó de unos pocos hombres de confianza, muchos jesuitas como él, y logró mantener a distancia las tradicionales intrigas del Vaticano.

La crisis de los abusos en la iglesia

El papa Francisco en el Parque Eduardo VII en Lisboa, Portugal, 03 de agosto 2023

Desde Irlanda hasta Alemania y Estados Unidos, lidiar con cientos de miles de denuncias de abuso infantil por parte de sacerdotes fue uno de los mayores desafíos para Francisco, que definió que «el abuso sexual no solo es un delito, sino un delito grave cuyo daño es irreparable y obviamente demanda una severa condena» pero que a la vez fue acusado de haber actuado muy lentamente a la hora de implementar sanciones estrictas.

Al principio, las cosas no salieron bien, ya que Francisco cometió grandes errores: desestimó las denuncias, subestimó la persistencia de la crisis de abusos sexuales en la Iglesia, y confió demasiado en los obispos, particularmente de América Latina, que trataron de minimizarla.

Y mientras Benedicto XVI destituyó a unos 800 sacerdotes denunciados, Francisco se mostró mucho menos dispuesto a expulsar a los abusadores de la iglesia pese a que en 2024, en uno de sus últimos pronunciamientos sobre el tema, recordó que no debía haber lugar para el abuso: «El mal no se puede ocultar: el mal hay que sacarlo a la luz, que se sepa, como han hecho algunos abusadores, y con valentía…que se juzgue al maltratador. Que se juzgue al abusador, sea laico, laica, sacerdote u obispo: que se lo juzgue».

El papa Francisco besa a una niña mientras interactúa con los fieles, en Lisboa, Portugal, el 5 de agosto de 2023

El Papa tuvo su primera llamada de atención en 2018, cuando en una caótica visita a Chile descubrió una seria desconexión entre la realidad, contada de primera mano por víctimas, y lo que los obispos chilenos le habían contado. Cientos o miles de fieles habían sido violados y abusados por sacerdotes durante décadas con la complicidad del clero.

Francisco buscó recuperarse del caos enviando a dos investigadores a Chile, expulsando del clero al influyente sacerdote Fernando Karadina, pidiendo disculpas por los «graves errores» cometidos y haciendo una referencia, sin precedentes para un Papa, a una «cultura de abuso y encubrimiento» en el seno de la iglesia. «Esa fue mi conversión», dijo Francisco. «Fue entonces cuando explotó la bomba, cuando vi la corrupción de muchos obispos en esto«.

En los siguientes años, Francisco hizo algunos movimientos significativos ante lo que muchos calificaron como la «peor crisis» de su pontificado. En 2018, aceptó la renuncia de Theodore McCarrick, ex arzobispo de Washington, al Colegio de Cardenales, acusado de abusar de adultos y menores, y después creó una comisión para la protección de los menores que más tarde se integró en la Curia y estableció normas que requieren que la Iglesia escuche a las personas que acusan a los clérigos de abuso sexual en lugar de salir inmediatamente en defensa de los acusados.

El Papa Francisco bendice a los fieles durante la audiencia general semanal, en el Aula Pablo VI del Vaticano, el 9 de agosto de 2023

En 2019, Francisco celebró una cumbre sin precedentes en la que se escuchó a las víctimas, y en la que prometió una «batalla sin cuartel» contra el abuso clerical. Más tarde vinieron cambios más concretos ordenados por el Papa, desde la apertura de los archivos vaticanos a los tribunales laicos hasta la obligatoriedad de denunciar las sospechas de abusos y cualquier intento de encubrirlos a las autoridades eclesiásticas.

En uno de sus llamados más firmes a combatir la cultura del abuso por parte de sacerdotes a niños y adultos, Francisco pidió a las iglesias que mantengan una política de «tolerancia cero» y advirtió sobre el «pecado de encubrir y negar, el pecado del abuso de poder«.

Pero aunque Francisco reconoció la naturaleza sistémica del problema, no logró que la respuesta de la Iglesia al tema sea más transparente, dicen los críticos. El Vaticano se negó a distribuir a las conferencias episcopales las directrices sugeridas, elaboradas por la comisión que asesora al Papa sobre los abusos, sobre cómo responder a las denuncias y cómo cooperar con las autoridades civiles. Actualmente, las reglas distintivas para responsabilizar a los obispos se aplican de manera inconsistente, en un sistema que permitió que los sacerdotes sean trasladados y continúen abusando de niños mucho tiempo después de que fueron acusados por primera vez.

El Papa Francisco se reúne con fieles durante una audiencia general semanal en el Vaticano, el 30 de agosto de 2023

La iglesia sigue sin compartir información sobre los clérigos acusados, incluidos los de alto rango, que son castigados con una vida de penitencia. Las víctimas siguen criticando a la Iglesia por su lentitud para reaccionar a las acusaciones y por estar demasiado comprometida con la protección del clero. Todo lo que se dice en el confesionario sigue siendo sacrosanto y muchos creen que el Vaticano no parece tener voluntad de tomar medidas más firmes. «Francisco básicamente fracasó», opina el periodista italiano Emiliano Fittipaldi. «El efecto práctico de las acciones que tomó es casi nulo, independientemente de los tonos triunfalistas».

En 2023, Francisco dijo que el proceso para evitar los abusos estaba «teniendo resultado», pero los observadores piensan que los sucesivos escándalos de denuncias masivas corrompieron el prestigio del Papa y la autoridad moral de la iglesia católica. El observador del Vaticano Marco Politi dijo que la Santa Sede simplemente estaba y continúa preocupada por la posibilidad de abrir una «caja de Pandora».

«Algunos me querían muerto»

El Papa Francisco saluda el día de la audiencia general semanal, en la Plaza de San Pedro en el Vaticano, el 8 de noviembre de 2023

En Roma, el estilo humilde de Francisco señaló un cambio de actitud desde el principio. Pero algunos critican su inclinación a hacer las cosas a su manera y dicen que fue demasiado lejos al deshacerse de las pompas y tradiciones del cargo papal y adoptar un gobierno muy personal. «Francisco demuestra un autoritarismo que la curia no ha visto en mucho tiempo. Inevitablemente, esto puede ser irritante», reconoció en 2018 un alto diplomático destinado en Roma al New York Times.

Los tradicionalistas católicos se alarmaron mucho cuando Francisco revirtió una de las decisiones emblemáticas de Benedicto XVI al volver a imponer restricciones a la liturgia en latín, la Misa Tridentina, incluyendo dónde y quién puede celebrarla. El Papa justificó la reforma diciendo que la decisión de Benedicto XVI de liberalizar la celebración de la antigua misa se había convertido en una fuente de división en las parroquias, pero los tradicionalistas tomaron las nuevas restricciones como un ataque a la ortodoxia.

El Papa Francisco saluda a un niño durante la audiencia general semanal en la Plaza de San Pedro en el Vaticano, el 11 de octubre de 2023

Más allá de esto, los conocedores coinciden en que Francisco no desmanteló los intereses tradicionalistas, sino que simplemente se alejó de ellos. En general, se negó a dejarse provocar por los conservadores, que continuaron atacando agresivamente sus nuevas directrices.

Cardenales y arzobispos conservadores acusaron a Francisco de sembrar la confusión entre los fieles al debilitar las normas sobre temas como la homosexualidad y las segundas nupcias después del divorcio entre los católicos. Todos ellos se vieron envalentonados por el velado apoyo de Benedicto XVI, que rechazó la ordenación de mujeres y el matrimonio de sacerdotes y describió las relaciones entre personas del mismo sexo como una destrucción de la esencia de la criatura humana.

En 2014, el cardenal estadounidense Raymond Burke, uno de los más grandes opositores al Papa dentro de la curia, se manifestó indignado cuando la conferencia del Sínodo del Vaticano sobre la Familia propuso relajó el enfoque papal hacia la homosexualidad.

«En este momento tan crítico, hay una fuerte sensación de que la Iglesia es como un barco sin timón», lamentó Burke. «Se sienten un poco mareados porque sienten que el barco de la iglesia ha perdido el rumbo». En 2016, Burke y otros tres cardenales tradicionalistas presentaron un documento en el que afirmaban que el enfoque del Papa respecto del divorcio y el nuevo matrimonio podría ser herético. Francisco dejó que la controversia siguiera su curso sin interferencias significativas.

El Papa Francisco dirige un servicio de oración por la paz en la Basílica de San Pedro en el Vaticano, el 27 de octubre de 2023

Lo mismo ocurrió cuando el arzobispo Carlo Maria Viganò, un ex diplomático del Vaticano que desde 2018 acusó directamente a Francisco (y no a sus predecesores) de ignorar casos de abuso clerical mientras insinuó que estaba bajo la influencia del «Anticristo». En EEUU más de dos docenas de obispos expresaron su apoyo a Viganò. Pero Francisco decidió no disciplinar a nadie y se limitó a instar a los periodistas a investigar los hechos por su cuenta.

En 2022, el cardenal Pell, un conservador acérrimo que se oponía al matrimonio entre personas del mismo sexo, la homosexualidad, el aborto y la anticoncepción y además fue condenado por abusar sexualmente de dos adolescentes del coro en la sacristía de una catedral, escribió un memorándum en el que calificó de «catástrofe» el papado de Francisco.

«Los comentaristas de cada escuela, aunque por diferentes razones… están de acuerdo en que este pontificado es un desastre en muchos o en la mayoría de los aspectos, una catástrofe«, escribió Pell. «Las decisiones y políticas son a menudo ‘políticamente correctas’, pero hubo graves fracasos en el apoyo a los derechos humanos en Venezuela, Hong Kong, China continental y ahora en la invasión rusa». Y finalizó: «Estos temas deberían ser revisados por el próximo Papa. El prestigio político del Vaticano está ahora en su punto más bajo».

El Papa Francisco toma un mate durante el día de la audiencia general semanal, en el Vaticano, 22 de noviembre de 2023

La Curia se dividió: la derecha acusó a Francisco de ir demasiado lejos y la izquierda de no ir lo suficientemente lejos. «Siempre hubo derecha e izquierda, conservadores y progresistas en la Iglesia, pero siempre se llegó a un compromiso entre las dos partes«, dijo la periodista italiana Franca Giansoldati. «Según los conservadores, el papa Francisco no actuó de esta manera«.

Para el periodista John L. Allen Jr., experto en asuntos vaticanos, Francisco tenía un «problema Gorbachov» con «una enorme aclamación fuera de la Iglesia, pero una oposición cada vez más descarada desde adentro». «Al igual que Gorbachov, los enemigos de Francisco provienen tanto de una derecha tradicionalista descontenta con su agenda progresista como de una izquierda impaciente cada vez más hambrienta de una revolución real en lugar de una mera reforma».

La oposición a Francisco se intensificó en cierta medida desde la muerte de Benedicto XVI, cuando comenzaron a surgir los rumores sobre su posible renuncia. El vaticanista Politi describió el ambiente en la Santa Sede como «una guerra civil» con «fuerzas que quieren que Francisco se vaya» y que buscaban «influir en el próximo cónclave».

El Papa Francisco asiste a la Santa Misa en la Basílica de San Pedro en la Jornada Mundial de los Pobres, en el Vaticano, 19 de noviembre de 2023

Si bien hacer campaña abiertamente para ocupar el primer puesto católico podría hacer que un cardenal sea expulsado de la Iglesia y excomulgado, los principales de la curia comenzaron a mantener conversaciones secretas para decidir sobre el sucesor, incluso desde mucho antes de que se agravara la salud de Francisco. Los preparativos para un cónclave «ya comenzaron, y no maniobras sobre nombres, sino sobre la plataforma ideológica del futuro papa«, dijo el vaticanista Marco Politi en 2023.

El propio Francisco había reconocido en 2021 que «siempre que un Papa está enfermo corre brisa o huracán de cónclave». «Todavía estoy vivo, aunque algunos me querían muerto«, dijo ese año tras una operación de colon. «Incluso hubo encuentros entre prelados que pensaban que el pontífice estaba más grave de lo que se dijo. Preparaban el cónclave. ¡Paciencia!».

Francisco dijo que renunciaría si graves problemas de salud le impedían gobernar la Iglesia, pero también aseguró que cree que los papas deberían tratar de reinar de por vida, y que ser un papa emérito no debería convertirse en una «moda». «Creo que el ministerio papal debe ser vitalicio», dijo Francisco en 2024. «No veo una razón por la que no deba ser así… La tradición histórica es importante. Si, en cambio, escuchamos los chismes, entonces tendríamos que cambiar de papa cada seis meses«.

Para contrarrestar el progresista reinado de Francisco, los católicos conservadores estuvieron trabajando tras bastidores durante los últimos años para influir en la elección del papa sucesor, procurando que sea un conservador.

«La Iglesia se gobierna con la cabeza, no con las piernas»

El Papa Francisco dirige la oración del Ángelus desde su ventana, en el Vaticano, el 8 de diciembre de 2023

Francisco fue internado en el hospital el 14 de febrero después de varios días en los que se le vio luchando con la respiración y parecía pálido e hinchado. Pero, a pesar de admitir que estaba enfermo, trabajó hasta el último minuto, incluso presidiendo una misa al aire libre. Desde entonces, una bronquitis inicial se convirtió en neumonía en ambos pulmones, una situación que lo dejó en estado «crítico», según definieron sus médicos una semana más tarde. A finales de mes sufrió una serie de ataques respiratorios que lo debilitaron.

Bergoglio tuvo una larga lista de problemas de salud. A los 21 años, durante su segundo año en el seminario de Buenos Aires, estuvo muy grave tras desarrollar pleuresía, una inflamación de los tejidos que rodean el pulmón que le convenció de que iba a morir. Describió en su autobiografía de 2025 cómo los cirujanos encontraron tres grandes quistes pulmonares y le cortaron parte del pulmón derecho, en un procedimiento «extremadamente doloroso» y «traumático».

Su lista de problemas de salud incluyó la ciática, una afección nerviosa crónica que causa dolor de espalda, cadera y piernas que en ocasiones lo obligó a cancelar eventos oficiales. El biógrafo del Papa, Austin Ivereigh, destacó «la libertad y la transparencia con la que Francisco habla de sus diversas condiciones, físicas y psicológicas«.

El Papa Francisco habla a las monjas durante la audiencia general semanal, en el aula Pablo VI del Vaticano, 29 de noviembre de 2023

En julio de 2021, Francisco pasó 10 días en el hospital Gemelli tras someterse a una cirugía para tratar la estenosis diverticular sintomática del colon, una afección que provoca una inflamación potencialmente dolorosa del divertículo, una bolsa que puede formarse en las paredes del colon y que tiende a multiplicarse con la edad. Ese año se sometió a una hemicolectomía izquierda, en la que se extirpa el colon descendente, la parte unida al recto. En 2022, dijo que todavía sentía los efectos de las seis horas que pasó bajo anestesia.

En marzo de 2023, Francisco volvió a ser hospitalizado con una infección respiratoria, que fue tratada con antibióticos, pero salió bien. Más tarde reconoció que «si hubiéramos esperado unas horas más, habría sido mucho más serio«. En junio, se sometió a una operación de hernia de tres horas bajo anestesia general, y poco después reflexionó en una entrevista, diciendo que consideraría renunciar si su salud lo requiriera, siguiendo el ejemplo de Benedicto XVI.

Pese a que su salud se deterioró visiblemente en los últimos años, Francisco prefirió seguir muy activo, sin aligerar su cargada agenda incluso después de haber cumplido los 88 años en diciembre de 2024. Desde 2013, hizo viajes pastorales a 60 países y territorios -recorriendo casi 410.000 km- y en septiembre de 2024 realizó una extenuante gira de 12 días por cuatro países de Asia y Oceanía, el mayor viaje de su papado en duración y distancia.

El papa Francisco posa para una foto de grupo el día en que se reúne con el ministro del Interior italiano, Matteo Piantedosi, en el Vaticano, 11 de diciembre de 2023

El teólogo jesuita Antonio Spadaro, cercano a Francisco, dijo que el papa «nunca se ha permitido un descanso absoluto, no se ha tomado unas vacaciones desde la década de 1970«. Pero dijo que el impulso del pontífice se debía a su «extraordinaria energía vital».

Francisco había dejado abierta la opción de dimitir en el caso de que su salud le impidiera seguir desempeñando sus funciones. Admitió que había firmado una carta de renuncia, entregada al cardenal Bertone, entonces secretario de Estado, para ser utilizada en caso de que un problema de salud grave lo invalidara. Sin embargo, Francisco también dijo que quería continuar al frente mientras su salud se lo permitiera porque «la Iglesia se gobierna con la cabeza, no con las piernas».

Preparando el terreno para la sucesión y su entierro

El Papa Francisco saluda a un cardenal durante los tradicionales saludos a la Curia Romana en el Vaticano, el 21 de diciembre de 2023

Quizás consciente de su limitado tiempo, Bergoglio tomó medidas para «atar los cabos sueltos» y asegurar la continuidad de su legado en un momento políticamente sensible para la Iglesia Católica, cuyo ambiente fue comparado por un alto funcionario de la Santa Sede con «una corte renacentista» dividida en pequeñas facciones o camarillas, cada una de ellas tratando de influir en la elección del próximo Papa.

A lo largo de su papado, Francisco nombró al 80 por ciento de los 120 cardenales que votarán al proximo Papa, pero sus opositores aseguran que el Colegio Cardenalicio «fue debilitado» por lo que llamaron «nombramientos excéntricos», en referencia a que Papa nombró cardenales de lugares remotos con relativamente pocos católicos, como Mongolia o Pakistán.

«Durante estos últimos 10 años hemos sido testigos de la mayor redistribución del poder entre ciudades, países y continentes en la historia de la Iglesia contemporánea», dijo Piero Schiavazzi, profesor de Geopolítica Vaticana en la Universidad de Roma. «El número total de cardenales procedentes del mundo occidental se redujo y, por lo tanto, la influencia geopolítica de Occidente disminuyó, mientras que la del mundo oriental aumentó«.

El Papa Francisco pronuncia su tradicional mensaje Urbi et Orbi del día de Navidad a la ciudad y al mundo desde el balcón principal de la Basílica de San Pedro en el Vaticano, el 25 de diciembre de 2023

Más tarde, en noviembre de 2024, Francisco también revisó los ritos funerarios que se utilizarán en su momento, simplificando los rituales para enfatizar su papel como mero obispo de Roma y permitiendo el entierro fuera del Vaticano.

Según su propio deseo, no será sepultado en las catacumbas de San Pedro, sino en la basílica romana de Santa María la Mayor, una elección que refleja su veneración al icono de estilo bizantino de la Virgen María que se encuentra allí, la «Salus populi Romani» (Salvación del pueblo de Roma), ante el que acudía a rezar cada vez que iba a emprender un viaje largo.

Francisco recordó que el funeral de Juan Pablo II fue «excesivo» y por eso dispuso: «Nada de catafalco, ni ceremonia de cierre del féretro, ni deposición del féretro de ciprés en un segundo de plomo y un tercero de roble». Desea ser enterrado «con dignidad, pero como cualquier cristiano, porque el obispo de Roma es un pastor y un discípulo, no un poderoso de este mundo».

También puede interesarte

Los hombres de Bergoglio: quiénes son los cardenales argentinos que eligirán al nuevo Papa

Cuatro cardenales argentinos viajarán en breve a Roma, más precisamente, al Vaticano, para formar parte...

De qué trata la profecía de Nostradamus sobre el próximo Papa y por qué sería el fin del mundo?

Una noticia que conmocionó al mundo, y en especial a Argentina. A sus 88 años, este lunes se...

«Starfighter»: Ryan Gosling protagonizará la nueva película de Star Wars

Ryan Gosling protagonizará una nueva película de Star Wars, que se estrenará en 2027. ...