La dirección del FBI ha iniciado una investigación sobre los orígenes de un plan desarrollado hace una década para infiltrarse en la campaña presidencial de Donald Trump utilizando a dos agentes encubiertas mujeres, conocidas como “honeypots”.
Este operativo, llevado a cabo de manera no oficial en 2015 bajo el mando del entonces director demócrata James B. Comey, fue revelado el año pasado por un informante dentro de la agencia, quien hizo una denuncia protegida ante el Comité Judicial de la Cámara de Representantes.
El término «honeypot» en el ámbito de los servicios de inteligencia hace referencia a una operación encubierta en la que, generalmente, una mujer finge interés romántico o sexual para obtener información de un objetivo.
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Según la denuncia del informante, dos empleadas encubiertas del FBI se infiltraron en la campaña de Trump en 2016, actuando como »interesadas». Estas agentes viajaron con Trump y su equipo de campaña, y su misión era obtener información comprometedora sobre el candidato republicano.
La investigación no tenía como objetivo un crimen específico, sino que se trataba más bien de una operación de pesca para encontrar algo incriminatorio contra Trump.
El informante, quien tenía conocimiento directo de la operación, afirmó que Comey ordenó personalmente esta investigación sin establecer un expediente oficial en los sistemas del FBI, como el sistema Sentinel.
Esto sugiere que la operación fue deliberadamente mantenida en secreto, incluso de los auditores del Departamento de Justicia, como Michael Horowitz, quien investigaba la conducta del FBI en el caso de la campaña de Trump.
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El operativo fue realizado sin una base predeterminada o justificación legal clara, lo que ha llevado a la especulación sobre posibles sesgos institucionales dentro del FBI en contra de Trump.
El informante indicó que, debido a la falta de una justificación legal adecuada, Comey mantuvo la operación oculta y sin un número de expediente oficial. Esta falta de transparencia reafirma las sospechas de que se trató de una persecución política y no de una investigación legítima basada en evidencia de un crimen.
La operación fue eventualmente cerrada cuando un periódico importante obtuvo una fotografía de una de las agentes encubiertas y estaba a punto de publicarla. Para evitar su divulgación, la oficina de prensa del FBI le dijo al medio que la imagen pertenecía a un informante de la agencia que corría peligro de muerte si se publicaba.
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En un intento por proteger a las operativas, una de las agentes fue transferida a la CIA, mientras que la otra recibió una promoción dentro del FBI, convirtiéndose en una ejecutiva de alto nivel en una de las principales oficinas de campo de la agencia.
El informante también relató que se les ordenó a varios empleados del FBI no hablar nunca más sobre la operación, lo que algunos interpretaron como una amenaza directa para silenciar a los involucrados en la infiltración de la campaña de Trump.
La investigación interna del FBI, ahora dirigida por Kash Pately el subdirector Dan Bongino, busca aclarar los detalles de esta operación encubierta. Mientras tanto, la agencia se ha negado a comentar sobre los detalles de la investigación o sobre los agentes involucrados.
Esta situación ha generado un debate sobre la imparcialidad y las prácticas dentro del FBI durante las administraciones demócratas, así como sobre el posible uso indebido de los recursos de la agencia para fines políticos.
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