En medio de una de las peores crisis de incendios forestales en Los Ángeles, los paparazzi, siempre atentos al próximo gran titular, llevaron su oficio a nuevos territorios.
Las imágenes de figuras públicas como Jennifer Garner y Ben Affleck, tomadas en contextos de desastre, desataron un debate ético sobre los límites del sensacionalismo en situaciones de emergencia, informa Vanity Fair.
La práctica de fotografiar a celebridades en circunstancias adversas no es nueva, pero la naturaleza del contexto—un desastre natural que amenaza vidas y hogares—generó críticas dentro y fuera del gremio.
Giles Harrison, dueño de la agencia de paparazzi London Entertainment Group, no ocultó su incomodidad, calificando el comportamiento de algunos colegas como “macabro”.
“Viven con el hecho de que la noticia del momento va a ser sobre las casas de famosos que fueron incendiadas. Pero algo está mal cuando alguien arriesga su vida por obtener esa foto”, declaró Harrison, en una rara autocrítica de la industria.
Ben Affleck, quien sigue siendo un ícono de los tabloides, fue captado conduciendo con una expresión neutra mientras un incendio arrasaba la zona cercana a su hogar.
Según algunos subtítulos de las agencias, las imágenes lo mostraban “en estado de shock”. Randy Bauer, de la agencia Bauer-Griffin, insinuó que estas imágenes podrían haber sido algo más que una casualidad, destacando la presión por capturar instantes donde celebridades enfrentan la tragedia de manera visible.
El atractivo comercial de estas fotos radica en su rareza: ver a una estrella contra el telón de fondo de un desastre humaniza su figura, pero también alimenta el morbo.
Bauer admitió que una imagen de “una celebridad frente a su mansión incendiada con lágrimas en los ojos” podría multiplicar su valor en el mercado.
Sin embargo, también reconoció que la recompensa económica no está en línea con los riesgos asumidos por los fotógrafos, muchos de los cuales son freelancers que trabajan bajo presión constante.
En contraste, Jennifer Garner optó por un enfoque distinto durante los incendios. La actriz colaboró como voluntaria con la organización World Central Kitchen, ayudando a evacuar y alimentar a las víctimas.
“Todos queremos ser útiles de alguna manera”, comentó Garner, quien vivió en el área de Palisades durante 25 años. Su acción destacó frente al ruido mediático, mostrando cómo algunas figuras públicas priorizan la solidaridad en lugar de la exposición.
El interés de los paparazzi por fotografiar a las celebridades en zonas de desastre evidencia las tensiones entre la ética y las demandas del mercado.
En una industria donde la imagen correcta puede significar grandes ganancias, las tragedias humanas se convierten en mercancías.
Según Harrison, “los fotógrafos que trabajan con nosotros saben que las fotos de un desastre con el rostro de una celebridad pueden aumentar su valor”.
Sin embargo, la respuesta del público no siempre es de compasión. Las imágenes de figuras públicas adineradas en momentos de vulnerabilidad, como se vio con Affleck, suelen generar más cinismo que empatía. “No va a haber mucha compasión por esta gente rica”, reconoció Bauer.
La búsqueda de imágenes sensacionalistas en medio de desastres naturales plantea preguntas fundamentales sobre los límites de la cobertura mediática.
¿Es justificable invadir espacios de tragedia personal en nombre de un negocio que prioriza el entretenimiento sobre la información?
Las declaraciones de quienes participan en esta práctica sugieren que, aunque rentable, también resulta corrosiva para quienes la ejecutan y quienes la consumen.
Los incendios en Los Ángeles destruyeron hogares y ecosistemas, revelando las contradicciones de una industria que parece estar dispuesta a jugar con fuego, literal y figurativamente, para obtener la imagen perfecta.