2025: Tomar resguardos para reducir la vulnerabilidad

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Las exportaciones de servicios han sido una fuente creciente de divisas para la Argentina (Foto: Shutterstock)

El valor del dólar en América Latina ha mostrado un comportamiento dispar durante el último año, reflejando tanto las tendencias globales como los factores locales. Mientras el Dollar Index exhibió una apreciación del 5% interanual, las monedas de la región, dependientes en su mayoría de los commodities, se depreciaron. Por ejemplo, el peso chileno y el colombiano cayeron un 11% y 12%, respectivamente; mientras que el peso mexicano y el real brasileño registraron pérdidas más drásticas, alcanzando el 17% y 21% debido a factores políticos internos. Perú, aunque menos afectado, no estuvo exento de las presiones externas, demostrando cierta resiliencia frente a esta tendencia.

Los factores económicos y políticos clave detrás de esta dinámica incluyen la política monetaria más restrictiva de lo esperado por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos, la desaceleración en los mercados de commodities y las tensiones geopolíticas. En particular, la política monetaria de EE.UU, con un plan de ajuste monetario más conservador, manteniendo las tasas de interés elevadas, producto del aumento de las expectativas inflacionarias. Esta última influenciada por una economía que sigue demostrando fortaleza y los temores que genera el posible impacto en las medidas arancelarias de la administración Trump. Todo esto ha incentivado a que los flujos de capital extranjero se traslade hacia activos de refugio como el dólar. Además, la incertidumbre económica global, exacerbada por conflictos internacionales y la moderación en el crecimiento de China, ha afectado las economías emergentes, limitando su capacidad de reacción.

En términos de impacto, la fortaleza del dólar ha incrementado la inflación importada en varios países de la región, lo que ha forzado a los Bancos Centrales a suavizar sus ajustes en las tasas de interés para controlar los efectos del carry trade y así evitar debilitar aún más las monedas locales. Mientras tanto, el encarecimiento de bienes y servicios importados ha afectado los niveles de consumo y el poder adquisitivo, al contrario de los ingresos per cápita que no crecen con la misma velocidad, profundizando los desafíos económicos.

De cara al 2025, el panorama del dólar depende de múltiples variables, que van desde la evolución de las políticas monetarias en EE.UU. hasta posibles recesiones globales. Si bien el dólar podría mantener su fortaleza en el corto plazo, factores como los elevados niveles de deuda de Estados Unidos podría provocar un cambio drástico en la política de la Reserva Federal, debilitando eventualmente la moneda. Para América Latina, esto implica tanto riesgos como oportunidades en la redefinición de estrategias económicas y comerciales.

Finalmente, los gobiernos y empresas de la región deben priorizar estrategias que reduzcan su vulnerabilidad ante la volatilidad cambiaria. Entre estas destacan evitar endeudamientos excesivos en dólares, provisionar en los costes una eventual apreciación del dólar y utilizar instrumentos financieros de cobertura cambiaria para mitigar riesgos. Paralelamente, el monitoreo continuo de las políticas de la FED, los rendimientos de bonos del Tesoro y los precios de los commodities será clave para anticipar cambios y adaptarse a este complejo entorno económico global. Esperamos un año muy interesante.

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