Valentina Zenere revela qué le enamoró de Sebastián Ortega durante En el barro

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“¡Wow!”, se dijo la actriz Valentina Zenere un año atrás cuando la llamaron para ser la coprotagonista de la serie carcelaria En el barro, el spin-off de El marginal. Se estrena este jueves 14 por Netflix y todo parece haber cambiado para Zenere, de 28 años. Se puso de novia con Sebastián Ortega, de 51, el creador de ambas ficciones, decidió regresar a la Argentina, tras vivir en España, y ya se proyecta a sí misma en diez años: “Me gustaría seguir haciendo lo que amo. Tengo muchas ganas de hacer cine, así que ojalá en diez años ya haya hecho, no sé, cinco películas. Y con una familia. Eso me gustaría mucho”.

En charla on-line con Clarín, Zenere se acomoda el cabello negro, corto y recto, y su rostro ilumina la pantalla. Basta hacer una síntesis de su ascendente vida laboral hasta llegar a la serie: en 2010 estuvo en Casi ángeles; entre 2016 y 2018 fue la rival de Karol Sevilla en Soy Luna; en 2020 integró Las chicas del cable; entre 2020 y 2024 se sumó al elenco de Élite y el mismo año pasado protagonizó el filme Nahir, sobre Nahir Galarza, la joven que asesinó a su novio. Allí, Zenere tuvo su primer contacto con el mundo carcelario.

Y así llegó a En el barro: la actriz encarna a Marina, una joven que -sin experiencia en ese mundo- termina presa en el penal de máxima seguridad La Quebrada junto a la otra protagonista de la serie, Gladys Guerra (Ana Garibaldi), la esposa de Mario Borges (Claudio Rissi), de El marginal. Junto a otras tres reclusas, Marina descubrirá cómo defenderse de las capangas de la cárcel, y del sistema penitenciario, con la fuerza, la inteligencia o la sangre. ¿Podrá adaptarse a ese ambiente hostil? ¿Cómo trabajó Valentina Zenere al personaje? ¿Cuáles fueron los consejos que le dio Sebastián Ortega, primero como creador de la serie y luego como su pareja?

Valentina piensa unos segundos y comienza por su personaje: “Desde la audición fue un desafío entender a Marina y sumergirme en este contexto de la cárcel, el cual, desde ya, no tiene nada que ver conmigo. Y Marina tampoco. Me parece una persona muy desconectada de su emoción: lo opuesto a mí, que soy muy emocional. Tenía que entender a esa persona con mucho dolor en el corazón, ya que no puede conectarse con él, y, por lo tanto, debía actuar medio hipnotizada, medio robot”. Zenere lo dice y busca una analogía para explicarse: la película Matrix.

«Soy muy partidaria del despertar, de conectarse con la emoción, de volver al alma y de sentir todo. Soy muy intensa», confiesa.

“Me encanta -confía-. Desde que la vi, entendí que hay un montón de personas, en la sociedad, que eligen vivir dormidas, y que hay un montón de gente que elige despertar. Yo, Valentina, soy muy partidaria del despertar, de conectarse con la emoción, de volver al alma y de sentir todo. Soy muy intensa, y Marina es parte de la gente que elige no despertar. Eso fue lo que más me costó de la serie, y en lo que más me refugié, para no juzgarla”. Y con En el barro -y con su relación con Ortega-, Zenere terminó de decir: “Yo me vuelvo a vivir a mi país”.

De la serie comenta que “en lo personal me llevo un montón de cosas. Hay gente del elenco que hoy es mi mejor amiga y con la que hablo todos los días. Tengo a mi pareja, Sebastián, y en lo personal todo fue un diez. Estoy muy contenta de estar en la Argentina y cerca de mi gente”. Ya con la experiencia previa del filme Nahir, ¿qué descubrió Zenere sobre el mundo carcelario? “Aprendí que hay que tomar decisiones que uno no tomaría en la vida misma: Marina no tiene mucha más alternativa que hacer lo que está haciendo. Lo que aprendí es que en la cárcel cada uno sobrevive como puede”.

-¿Qué otros desafíos viviste con tu personaje, que tiene escenas hot con María Becerra?

-Se sumaron los desafíos sexuales, que no tenían nada que ver con lo que había hecho yo, o lo había hecho en un contexto muy distinto. Con En el barro, yo sabía el universo en el que me metía, y entendía que iba a pasar un montón de cosas. Pero todo fue un desafío más allá de lo sexual, y eso también se empezó a traspapelar con las inseguridades de uno y me dije: “Tengo que estar acá y darlo todo”. Aunque al final lo terminé disfrutando.

Se sumó al clan Ortega

De su relación con Sebastián Ortega dice que «es muy linda y también me llevo muy bien con toda su familia. Los amo y son todos divinos».

-Conociste a Sebastián Ortega en el transcurso de la serie. ¿Qué consejos te fue dando él que te hayan servido para ser mejor actriz?

-Sebastián está bastante presente en el set, mira muchísimo y yo lo admiro como profesional: él siempre viene, te dice algo y suma un poco a todo. No es un productor que no esté. Generalmente tiene muy claro lo que quiere y escucharlo siempre sirve.

-Sebastián y vos se llevan veintitrés años. ¿Cómo se va dando el vínculo?

-Bien, la verdad es que estoy muy contenta y está todo muy bien. Sí, nos conocimos trabajando y tardamos, la verdad, hasta concretarlo. Pero, bueno, estoy muy feliz de que haya sido así porque estamos muy bien. Es una relación muy linda y también me llevo muy bien con toda su familia: los amo y son todos divinos.

Ortega y Zenere se pusieron de novios durante el rodaje de la serie. Foto: Instagram

-¿Estás más en Buenos Aires por cuestiones de la pareja o del trabajo?

-Es un poco de todo. Ya tenía ganas hacía tiempo. Me había ido a Madrid con la idea de “no creo que vuelva” y cuando volví para hacer la película Nahir me quedé en una casa por Palermo. Yo soy una chica muy de rutinas: así me funciona la cabeza. Y no había vivido de esa manera sola, acá en la Argentina, porque cuando hacía Soy Luna vivía con mis padres. Entonces, cuando volví a vivir sola, estaba rodando todo el día y me dije “hay algo acá de Buenos Aires que no había vivido y que me gusta bastante”. Y justo me volvió a pasar con En el barro. Pero ya tenía en la cabeza la idea de volver y después me puse en pareja: yo no soy de las relaciones a distancia. Pero no voy a dejar de ir a Madrid, porque es mi segunda casa.

-Vos trabajás desde muy chica y fuiste ganando fama paulatinamente. ¿Sentís que «En el barro» podría afianzar tu popularidad?

–La verdad, lo mío nunca fue de un segundo para el otro. Sé que vengo estudiando desde muy chiquita y que las cosas se me fueron dando de a poco, como a pasos de bebé, y me encanta que sea así. Obvio que uno aspira a un montón de logros, y sí, ojalá que En el barro sea el comienzo de muchas cosas.

Video

Tráiler de «En el barro»

-¿Cómo te manejás con la exposición creciente que vas logrando?

-Es difícil. Yo siempre digo lo mismo y por ahí suene repetitivo, pero para mí lo más importante es mi núcleo chico: mis amigos, mi familia, mis padres. Esto es un trabajo, después cortás y todo sigue siendo lo mismo que siempre. Por suerte no me pasó de confundirme, y por ahí tenga que ver con que todo me fue sucediendo de a poco. No me pasa que no pueda salir a la calle. Yo intento mantener los pies en la tierra y tener gente al lado que me quiera mucho y que siempre me diga la verdad.

-Tiempo atrás hablaste de tus inseguridades. ¿Te referías a lo personal o a lo laboral?

-A un poco de todo. Se sabe de sobra, y cada vez se habla más, por suerte, de que a las mujeres se nos exige un montón de cosas, sobre todo en lo estético. Yo soy una chica muy perfeccionista, me gusta mucho la estética, y en eso soy muy insegura. Por ahí la gente te ve en Instagram, o ve que te pusiste un vestido re bueno y que estás re maquillada, y dice: “Esta chica no tiene ningún problema de autoestima”. Mentira. Ése es un disfraz que uno se pone para salir. Y también me pasa en los castings, que me estoy muriendo de los nervios, pero voy y los hago igual, porque me pesa más lo que amo de la profesión, y me animo. A veces, del otro lado, es fácil juzgar a la persona. Y muchas de nosotras no tenemos resuelto nada y convivimos con los mismos problemas de cualquier chica de mi edad.

«Desde la audición fue un desafío entender a Marina (su personaje) y sumergirme en este contexto de la cárcel, el cual, desde ya, no tiene nada que ver conmigo», reconoce la actriz.

-¿Cómo reforzás tu autoestima?

-Hago terapias. Estoy un montón con mi psicóloga y después con mi coach, Luisa Pope, que además de ser coach actoral hace sanación y es la persona que logra que yo me vuelva a conectar con mi alma cuando de repente estoy en ‘una’, ¿viste? A mí, tener una rutina sólida es lo que hace que todo se me ordene. Ahora, ya con muchos años, lo entendí. Voy al gimnasio todos los días y trabajo el aspecto mental. Y al tener esa parte reforzada me parece que eso se ve reflejado en todo lo demás. Pero aún no resolví todo lo que quisiera.

-¿Qué momento conmovedor recordás del rodaje de «En el barro»?

-Fue muy lindo lo que pasó detrás de escena. Es un proyecto en el que, en su mayoría, somos todas mujeres, y el ámbito que se generó entre todas fue realmente hermoso. No hubo una pelea: decíamos el texto y nos ayudábamos entre todas. El clima fue súper ameno y por ahí contrastaba un poco con lo que estábamos contando. Porque, obviamente, la serie transcurre en una cárcel, se decía ‘Acción’ y nos teníamos que matar. O meternos en el barrio, con el frío que hacía, y estar todas juntas. La unión femenina es algo que me conmueve muchísimo y creo que en este proyecto se va a ver bastante reflejado, más allá de que muchas nos caguemos a trompadas.

Valentina, en la piel de su oscuro personaje, en pleno ambiente tumbero.

-¿Cuáles son tus series preferidas?

-Siempre te voy a decir Gossip Girl, porque la veía en un momento teen de mi vida en el que volvía a casa, esperaba los episodios y la ponía en la tele. Esa ficción me marcó. Y hoy me veo todas las series documentales true crime que larga Netflix. Después me cago en las patas, pero no me pierdo ninguna porque me encantan.

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