Si el éxito para que la Argentina progrese en su incorporación al programa visa waiver de EE.UU. se midiera por la visita de la pimpante secretaria de la Homeland Security Kristy Noem, habría que recordar que fue durante una visita nada menos que de Barak Obama, en marzo de 2016, cuando se discutió por última vez la posibilidad de volver a otorgar a nuestro país ese beneficio obtenido durante el gobierno de Carlos Menem.
El tema pasó rápidamente al olvido. Fue curiosamente la llegada de Donald Trump por primera vez a la Casa Blanca, en enero de 2017, y el endurecimiento de su política migratoria (no habíamos visto nada entonces comparado con lo de hoy) uno de los motivos -hubo otros- que frustraron ese anhelo tan nuestro. Ese anhelo hoy puede expresarse en cifras: un 25% más de argentinos viajaron a los Estados Unidos en los primeros cuatro meses de 2025 comparado con el mismo período del año anterior, según cifras de la propia Homeland Security. Representa el mayor salto entre cualquiera de los veinte países que encabezan las llegadas internacionales a EE.UU.
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Este tipo de estadísticas permiten entender por qué el déficit de cuenta corriente externa superó los US$5.190 millones en el primer trimestre del año, como informó el Indec el mes pasado, de los cuales US$3.464 corresponden a viajes al exterior. ¿Explica también la presión de estos días sobre el tipo de cambio?
A las nubes
El dólar mayorista trepó este jueves a los $1.363, un 3,2% más que el cierre del día anterior. Acumuló una suba de 13,3% al cierre del mes. Ni haber convalidado el BCRA tasas de interés positivas de hasta un 40 %, o intervenido en el mercado de futuros, lograron ponerle freno Un día antes, en una columna de opinión en el diario La Nación, Carlos Melconian y Pablo Goldín mencionaron que “el principal foco de tensión cambiaria es la fuerte demanda de dólares de las personas”.
“Semejante nivel de atesoramiento y viajes al exterior ‘le quita espacio’ a la necesaria y demorada demanda de dólares del sector público y hacen subir el tipo de cambio”, dijeron los economistas. Y se preguntaron si no hubiera sido conveniente esperar un poco más para levantar el cepo al dólar para las personas. Una observación inquietante en el umbral de un proceso electoral, cuando el dólar siempre se convierte en un refugio.
En realidad estamos más que en el umbral de la elección: el miércoles que viene cierra el plazo para la presentación de frentes electorales y el 17 de agosto, de partidos y candidatos para los comicios del 26 de octubre. Se volará en esos días sin instrumentos: producto de un calendario endemoniado, los cierres se producirán antes de la elección legislativa del próximo 7 de septiembre en la provincia de Buenos Aires, desacoplada del calendario nacional por decisión del gobernador Axel Kicillof, y de resultado incierto.
El reloj echó a correr y mientras se espera el veto presidencial al aumento de las jubilaciones y el tratamiento en Diputados de los proyectos por recursos coparticipable, la novedad es la conformación de un frente federal entre cinco gobernadores para competir en octubre, una diagonal que todo indica tiene como verdadero objetivo las elecciones generales de 2027.
Cinco gobernadores lanzaron una alianza electoral federal para enfrentar a Javier Milei en las elecciones de octubre
Empujado por los cordobeses Martín Llaryora y Juan Schiaretti, peronistas mediterráneos, el frente reúne a los radicales Maximiliano Pullaro, de Santa Fe y Carlos Sadir, de Jujuy; y a Ignacio Torres, gobernador de Chubut por el PRO. Córdoba y Santa Fe son el segundo y tercer distrito electoral del país respectivamente, y representan 5,8 millones de votantes. Una transversalidad machaza entre mandatarios que han tenido desencuentros con el gobierno nacional a lo largo de este año y medio de gestión, responsables de distritos en los que se preveía inviable cualquier acuerdo electoral con el oficialismo (mucho menos en los términos de sumisión planteados por Karina Milei).
Todos asumieron en sus provincias en 2023, igual que Milei. Los voceros de este espacio destacan que los cinco gobernadores coinciden con el Presidente en la relevancia del equilibrio fiscal, la baja de la inflación y la desregulación de la economía. Y dicen que ellos vienen a agregar una pata productiva y de desarrollo: “Tenemos una impronta federal. Milei está desmantelando el aparato productivo y las provincias se están haciendo cargo de todo ante la salida de escena del estado nacional. Creemos que hoy hay oídos más receptivos a esta propuesta”. No es, aclaran, una reedición de “la ancha avenida del medio” y nada tiene que ver con la aparición de una tercera opción en la provincia de Buenos Aires. Es una incógnita cómo se instrumentará.
¿Podría seducir esta transversalidad al jefe de Gobierno porteño Jorge Macri? Difícilmente. Este miércoles se abrían apuestas sobre un entendimiento del PRO con los libertarios en la Ciudad, una iniciativa que, se sabe, despierta resistencias internas en el macrismo. Jorge Macri volvió a ser desairado por Milei el último sábado en la Rural, pero consiguió, sin embargo, el saludo de Karina capitana, como reflejaron las crónicas de la apertura de la exposición.
A Carlos Menem, hoy caricaturizado, le gustaba decir que él volaba alto como las águilas. Parece que Milei tiene todavía mucho cielo por remontar. Su nombre y el de su hermana van poblando de a poco las presentaciones ante la justicia civil de los damnificados en los Estados Unidos por el escándalo $Libra, la memecoin sospechada de estafa y promocionada en febrero desde la cuenta de X del Presidente, verificada con el tilde gris como oficial. El documento de los abogados que los representan, Margaret Hopping y Max Burwick, reproduce un chat en el que Hayden Davis, el cerebro de $Libra, denigra al Presidente, por decirlo elegantemente, con un insulto xenófobo y esclavista, del uso más vil en EE.UU. “Él firma todo lo que digo y hace lo que yo quiera”, dice Davis. Total normalidad.
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