Riquelme: factura expuesta

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Ahora sí, el rey quedó desnudo, expuesto, en carne viva, vulnerable a las cosas que, al resto de los mortales, nos hacen humanos no desde la omnipotencia, sino más bien desde todo lo contrario: la fragilidad, lo perentorio de nuestra propia existencia. El último episodio de esta crisis que tiene más capítulos que telenovela venezolana dejó a Juan Román Riquelme en piel y huesos como el principal responsable, aunque no el único, de esta debacle. En definitiva, fue el factor común que aparece en cada uno de los escalones en el inexorable descenso al pantano de los fracasos. El responsable final que asoma en cada decisión que llevó a un gigante como Boca a no ganar ninguno de los últimos 11 campeonatos que disputó, a no jugar las últimas dos ediciones de la Copa Libertadores, a no festejar ningún título desde hace casi tres años, de cambiar técnicos como corbata y de deteriorar a un plantel que debería ser los mejores del continente.

Inerme ante la realidad, al presidente no le quedan fusibles por quemar, que no sea una parte central de su armado político, de su riñón de gestión, y seguramente prefiera seguir ignorando la crisis, diluirla en las rondas interminablas de mate junto a su séquito. Porque Román ya gastó cinco técnicos con los interinatos de Herrón en el medio, sacrificó jugadores en sus razias esporádicas, se despilfarró varias fortunas en más Pavones que Zidanes y ya no queda más que su propia figura como garante final para levantar el muerto de esta fiesta.

Riquelme en el último partido en la Bombonera (Juano Tesone).

Sin nombrarlo, la Bombonera ya lo puteó, como contra Alianza e Independiente, dos de los tres fracasos estrepitosos del primer semestre (el otro, el superclásico, salida de Gago incluida). El miércoles, en Santiago del Estero, lo insultaron de frente manteca, con nombre y apellido, sin eufemismos ni sustantivos colectivos. “El principal responsable es Riquelme, se tiene que ir”, “Chau Riquelme”, “Román sos el mejor jugador de la historia de Boca, pero también el peor presidente”, “El culpable de esta debacle de Boca es de la dirigencia y principalmente de Riquelme” y “No sé qué carajo está pasando con Riquelme, Russo y los jugadores”, fueron algunos de los fuertes mensajes a la salida de la cancha.

Las redes sociales y las encuestas tampoco, ya, gastan en eufemismo. En la encuesta de Olé, casi el 80% de los consultados lo señalan como el culpable de la crisis. La de Clarin dice algo parecido. Simplemente, ya no hay más a quién culpar.

Debe agradecer el presidente que el próximo partido Boca lo juega de visitante, el domingo en el Ducó. Y que el próximo partido en la Bombonera será 15 días después, y en ese tiempo quizá la espuma de la indignación baje un poco. Pero él más que nadie sabe que al primer tropezón volverá a subir con la fuerza de un volcán en erupción. Y el rival, Racing, es quizá el peor que le podría tocar en este contexto…

Riquelme está ante una crisis política que amenaza su propio proyecto, a dos años de las próximas elecciones presidenciales. Lo que haría otro político en su lugar (Román lo es, aunque no sea uno tradicional) sería oxigenar su gestión. Como hacen los presidentes con los ministros de Economía cuando se dispara el dólar o la inflación se descontrola. En otras palabras, lo más sano sería remover a todo el Consejo de Fútbol y traer una figura de prestigio en su lugar. En otras palabras, resignar poder para ganar gestión y poder recuperarlo después. Pero eso no está en su ADN. Allá él.

En el medio, Miguel Russo quedó muy herido, pero esa botonera está por el momento anulada. Boca tiene esto y con esto deberá ganar el campeonato, aunque a esta altura parece una misión casi imposible.

La única iniciativa de Román, en el post eliminación, fue una charla cruda con el plantel. “Traguen saliva, agachen la cabeza y saquen esto adelante porque de acá se sale ganando nada más”, fueron básicamente las palabras que trascendieron que dijo Riquelme. Y tomó como referencia a Cavani y a Paredes. «Ellos dos tiene que ser campeones en Boca. Tenemos que ser campeones por ellos dos”, agregó. ¿Alcanza? Sacando eso, la única reacción del oficialismo fue sacar a la cancha a Chicho Serna a ensayar una autocrítica a modo de control de daños. Ante la situación de un año desastroso parece una respuesta de escaso calibre. Debería haber sido el propio Riquelme el que saliera a dar explicaciones, a poner el cuerpo al mal momento, a dar la cara ante el hincha. Pero ante eso mandó a un integrante del Consejo, justo la oficina más cuestionada por el hincha, a tratar de calmar a las fieras. No sucedió.

El día cerró con una buena noticia para el oficialismo: una convocatoria anti Riquelme lanzada por cuentas del macrismo en X no tuvo eco: hubo más policías que hinchas. Señal que por ahora la gente observa y señala y espera alguna reacción que esté a la altura…

La marcha contra Riquelme: poca convocatoria (Martín Bonetto).

La encuesta Olé

El partido en Santiago del Estero

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Fuente: TyC Sports

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