Zomo Warmis Sikuris: el viento sur de la resistencia feminista

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Zomo Warmis Sikuris no nació en un escenario ni en un estudio de grabación, sino en un colectivo rumbo al Encuentro Plurinacional de Mujeres y Disidencias. El año era 2022. El destino, San Luis. La excusa: sumarse al viaje para participar de uno de los eventos más masivos y transformadores del feminismo argentino. En ese colectivo viajaron por primera vez juntas —aunque aún no eran amigas ni grupo musical— las futuras integrantes de este colectivo sonoro, político y comunitario.

En el regreso, entre canciones, risas, emociones y reflexiones de lo vivido, surgió algo más profundo: la necesidad de sostener esa comunión espontánea, esa energía compartida entre desconocidas que, en pocos días, se habían vuelto hermanas de lucha.

Fue entonces cuando “La Teacher” (como la llaman cariñosamente las integrantes de Zomo Warmis), referenta pedagógica del grupo y ya familiarizada con los sikus, propuso experimentar con el instrumento. No hubo plan ni expectativa. Solo el impulso genuino de seguir juntas. Y fue ahí cuando todo empezó a sonar.

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UN INSTRUMENTO QUE SE DIVIDE PARA COMPARTIR

Los sikus, o zampoñas, son instrumentos de viento ancestrales que no pueden ejecutarse en soledad: las melodías completas surgen del diálogo entre dos personas, que se dividen las notas. A eso se le llama “sikuriar”. Y esa palabra no es casual. “Descubrimos que no se trataba solo de soplar, sino de construir algo a dúo, de prestar atención, de respirar juntas. Es la metáfora perfecta de lo que somos como grupo”, explican a El Patagónico.

La primera canción la soplaron sin saber ninguna nota, guiadas por el oído, por la memoria corporal del encuentro. Y desde entonces no pararon. Hoy el grupo está compuesto por entre 10 y 12 mujeres, aunque a lo largo del tiempo han pasado muchas más.

Algunas se fueron, otras llegaron. Todas dejaron huella. La estructura es abierta, inclusiva, rotativa. “Nosotras no somos una banda tradicional. Acá nadie audiciona ni se exige perfección musical. Lo importante es el deseo de compartir”, subrayan.

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¿QUERES SUMARTE?

Sí, es posible. El grupo tiene las puertas abiertas para todas las mujeres que quieran participar. “Si alguien quiere sumarse, nos escribe por redes y viene. Tenemos sikus disponibles. Se parte uno y se comparte. Así empezamos todas”, cuentan. La consigna es clara: no se requiere experiencia musical, solo ganas de ser parte. Eso sí, algunas personas no logran adaptarse a la dinámica, que es orgánica, desestructurada, horizontal y profundamente flexible.

La mayoría de las integrantes son madres, trabajan, sostienen hogares, militan. Por eso, los ensayos no tienen horario fijo ni sede estable.

“Lo resolvemos semana a semana. Si no podemos el martes, lo hacemos el viernes. Si no hay espacio, vamos a una casa, a una plaza, a una playa. Y si somos tres en vez de doce, igual tocamos. Porque esto es también nuestra forma de respirar”, explican.

UN FEMINISMO QUE SE SOPLA

Desde su origen, Zomo Warmis Sikuris tiene un compromiso político y feminista que atraviesa su música y su forma de organizarse. “Nosotras no tocamos por tocar. Soplar es una forma de militar. Vamos a las marchas que sentimos nuestras: contra la megaminería, por los derechos de los pueblos originarios, por justicia frente a la violencia machista, por los jubilados, por las Abuelas, por los cuerpos disidentes. Ahí estamos. Soplando fuerte”, dicen.

Esa presencia, sin embargo, no siempre está unificada. En las marchas no hay una bandera detrás de la cual se agrupan todas. A veces van desperdigadas, cada una desde su trinchera, pero el sonido del sikus las une. “Nos reconocen por eso. Porque siempre estamos. Y porque nuestra música no es adorno: es grito, es abrazo, es intervención”.

Uno de los momentos más emocionantes para ellas es cuando alguna madre toma el micrófono para reclamar justicia por su hija desaparecida, abusada o asesinada, y ellas soplan detrás, acompañando ese duelo colectivo.

“Ahí entendemos por qué hacemos esto. Por qué no grabamos discos ni vamos a festivales. Tocamos para eso. Para que esa madre no esté sola”.

SOPLAR EL SUR, VIAJAR EL PAIS

Los Encuentros Plurinacionales no son solo un objetivo para Zomo Warmis Sikuris: son el eje que articula todo el año. Cada viaje, cada ensayo, cada feria para juntar fondos está orientado a poder llegar a ese espacio donde la música y la militancia confluyen. “Nosotras organizamos nuestras vidas para poder ir. Algunas venden ropa, otras hacen marroquinería, otras trabajan en lo que pueden. Pero llegamos. Siempre llegamos”, cuentan con orgullo.

Han estado en los encuentros de San Luis, Bariloche y Jujuy. En cada uno sumaron experiencias, vínculos y certezas. En Bariloche, por ejemplo, vivieron el momento en que otras sikuris se les acercaban espontáneamente a tocar con ellas.

“Pensábamos que íbamos a unirnos a un grupo ya formado, pero pasó al revés: se armó una ronda alrededor nuestro. Venían chicas de Córdoba, de Mendoza, de Buenos Aires, y se sumaban. Así, sin más”, recuerdan.

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Ese es el espíritu del sikureo feminista: la apertura. En esos encuentros descubrieron que muchas de las canciones que venían tocando sin saber de dónde eran, pertenecían a grupos de otras provincias con trayectorias similares. Se formó entonces una red nacional informal, una “tribu”, como ellas le llaman. A veces incluso, nuevos grupos nacen a partir de esos intercambios.

El viaje a Jujuy fue especialmente conmovedor. No solo porque era la cuna de la música que ellas interpretaban sino por la intensidad emocional del recorrido. Fueron doce mujeres desde Comodoro, con gorros amarillos decorados por ellas mismas como forma de identificarse en medio del mar de 70.000 asistentes. “Cada una le ponía su sello: pañuelos verdes, la Wiphala, la bandera mapuche. Pero el gorrito era nuestra señal. Era nuestra forma de no perdernos”, relatan.

En ese viaje también reafirmaron algo que ya intuían: su estilo dentro del mundo del sikureo era particular. “Allá, las bandas tocaban más a tierra. Nosotras, en cambio, soplamos como viento. Como barrilete. Fue hermoso darnos cuenta de que habíamos creado una identidad sonora propia”, explican. Y ese análisis surgió en el colectivo, de regreso, como parte de una autoconciencia que las fortalece.

Embed – Zomo Warmis Sikuris on Instagram: » Pueblo Joven ~ #sikus #warmis #warmissikuris #sikuris #musicaandina»

TILCARA, MICAELA CHAUQUE Y LA MADRE DEL SIKUS

Uno de los hitos del grupo fue su visita al taller de Micaela Chauque en Tilcara. El último día del viaje a Jujuy, decidieron subir una montaña para buscar el lugar donde la gran música fabrica sus instrumentos. Subieron entre risas, dudas y emoción. Cuando llegaron, fue ella misma quien las recibió.

Embed – Micaela Chauque Romance de Viento y Quena

“Era como ver a Charly García, pero del mundo andino y femenino. Nos abrazó, tocó nuestros sikus, nos habló con una humildad total. Nosotras no lo podíamos creer”, cuentan. Allí también entendieron de primera mano cómo, durante siglos, las mujeres fueron excluidas de las procesiones de sikuris.

“Recién hace unos años se les permitió participar, y siempre en roles secundarios. Tenían que subir los cerros cargando hijos y soplando, sin ayuda. No es solo música: es cuerpo, es espíritu, es energía colectiva”, afirman.

EL SONIDO, LA LETRA Y EL GRITO

Zomo Warmis no solo sopla. También canta. Y canta fuerte. Las letras tienen un contenido político explícito. Una de sus canciones favoritas para interpretar es Furia Warmi, de Kantutas Warmi Sikuris de Mendoza, un tema combativo que habla de Bartolina Sisa y Micaela Bastidas, guerreras andinas invisibilizadas por la historia oficial. “Las sentimos como nuestras desaparecidas. Las traemos a la memoria desde el soplido”, dicen.

También cantan letras clásicas reescritas del cancionero altiplánico para adaptarlas al contexto patagónico. “Levantamos Wiphalas del Añuque Mapu”, cantan, combinando territorios y luchas.

Embed – Kantutas Warmis Sikuris (Furia Warmi)

“Venimos de cada Encuentro con una versión distinta de temas conocidos, nuestro repertorio se genera y va renovando en cada Encuentro, volvemos y nosotras les damos nuestra propia impronta, el cancionero es colectivo”, explican.

Uno de sus momentos favoritos para cantar es en las marchas. Ahí todo cobra sentido. El micrófono, que en un escenario las incomoda, en la calle las empodera. “Es distinto. No es show. Es intervención. No nos están mirando: están gritando con nosotras”.

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ESTETICA DISIDENTE: EL COLOR DEL VIENTO SUR

Zomo Warmis Sikuris no solo suena distinto. También se ve distinto. En un universo donde el imaginario de la música andina suele estar asociado a ciertos códigos visuales —polleras, chuspas, gorros de chola, colores ceremoniales—, ellas irrumpen con otra estética: calzas de estrellas verdes, lentes espejados, pañuelos verdes y violetas, banderas mapuches, brillos, zapatillas. Y, sobre todo, los gorritos amarillos, devenidos en ícono del grupo.

“El gorro surgió como una solución práctica: necesitábamos reconocernos en el medio de la multitud. Pero terminó siendo una marca. Cada una lo decora a su manera. Es nuestra bandera, nuestro ‘acá estamos’”, explican. Esos detalles no son menores. Marcan una identidad patagónica, ecléctica, irreverente. Lejos de replicar fórmulas, las Zomo Warmis se apropian de símbolos y los transforman desde su propio territorio.

“Nosotras no venimos de las montañas, venimos del mar. Tocamos un instrumento de altura desde el llano. Y eso se nota en el ritmo, en el estilo, en la ropa. Somos viento más que tierra. Y eso también es parte del mensaje”, reflexionan.

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VINCULOS TERRITORIALES: MUSICA, AFECTO Y AFINIDAD POLITICA

En Comodoro Rivadavia, Zomo Warmis Sikuris es el único grupo de mujeres que toca este tipo de música en formación exclusivamente femenina. Sin embargo, no están solas. Han tejido vínculos con otros proyectos que comparten afinidades políticas, comunitarias y sonoras.

Uno de ellos es la banda Sin Fronteras, un grupo de música andina tradicional con quienes no solo comparten escenarios, sino también amistad. De hecho, Facu, uno de los integrantes, es el fabricante artesanal de los sikus que usan las Warmis. “Eso nos encanta. No compramos por internet ni a grandes marcas. Compramos a alguien que ama esto como nosotras”, subrayan.

También han compartido eventos con Cuerda Femenina de Candombe y con otras artistas de la ciudad que trabajan desde la autogestión, la economía popular o la cultura de base. A veces coinciden en ferias, peñas o festivales autoconvocados. Pero si algo tienen claro es que no les interesa insertarse en el circuito oficial.

ESCENARIOS: EL LUGAR QUE NO BUSCAN

A las Zomo Warmis no les gusta el escenario. No lo buscan, no lo necesitan. Han sido invitadas a tocar en teatros e incluso en aniversarios oficiales. Aceptaron una vez, en el Teatro de Astra, más por curiosidad que por ambición. “Nos da pudor. No nos sentimos cómodas con la idea de tocar para ser aplaudidas. Nosotras tocamos para acompañar, para intervenir un momento político o emocional”, explican.

Ese rechazo no es desdén ni arrogancia: es una decisión política. “El escenario como espectáculo es jerárquico. Nosotras venimos de la horizontalidad, del barro, de la plaza, de la marcha. Y ahí sí nos sentimos plenas”, afirman.

Tampoco tienen grabaciones oficiales ni canales de difusión masivos. Alguna vez discutieron si abrir redes sociales. Lo hicieron, pero sin estrategia. No tienen manager ni buscan monetizar su arte. “Nosotras somos muchas cosas. Músicas también, pero no, ante todo. Y no queremos que eso nos estructure”, sostienen.

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MILITANCIA DEL GOCE

Lejos del estereotipo solemne del activismo, Zomo Warmis Sikuris reivindica la alegría, el disfrute, el deseo, la risa como parte central de su militancia. “El feminismo también es militar el goce”, dicen entre carcajadas.

El grupo, además, funciona como refugio emocional. “Muchas de nosotras venimos golpeadas, de separaciones, maternidades intensas, laburos precarios. Acá nos sostenemos. Esta comunidad no es solo para la calle. También es para la vida cotidiana”, expresan.

Por eso no extraña que se autodefinan como “una tribu más que una banda”. Una tribu que se mueve con códigos propios, donde no hay directora, ni líder, ni figura visible. Donde se respeta el ritmo de cada una y se celebra la diferencia. “Tenemos la que es anarquista, la que es peronista, la estructurada, la desestructurada. Y funcionamos igual”, resumen.

EL FUTURO: ENCUENTROS Y RESISTENCIA

No hay disco en camino. No hay videoclip. No hay fechas programadas ni planes de giras. Hay una sola certeza: el próximo Encuentro Plurinacional de Mujeres y Disidencias, que este año será en Corrientes. “Todo el año nos organizamos para eso. Es nuestro norte. O nuestro sur. Lo que nos guía”, dicen.

Ya están pensando en rifas, ferias, cómo juntar el dinero. Pero, sobre todo, en cómo llegar juntas. Porque el verdadero objetivo, lo que da sentido a todo, no es solo soplar: es encontrarse.

Embed – Zomo Warmis Sikuris on Instagram: «7/7 registros del *festycholita* vol I El día de ayer, tuvimos el agrado de compartir un poco de música junto a las Candomberas en @espaciolarampa Estuvo hermoso!! gracias a todxs por ir, por escuchar, por ser parte. «

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