Otra vez “el progre mostrando la hilacha”. Las declaraciones de Juan Grabois, dirigente de Patria Grande y de Unión por la Patria, frente del PJ, en una entrevista en el canal de streaming Blender, causaron un fuerte rechazo entre docentes y médicos, trabajadores que siempre son su blanco de ataque.
¿Somos los trabajadores los culpables del estado en el que se encuentran la salud y la educación públicas? Nuestra opinión no solo es que no, sino que Grabois es funcional a los verdaderos responsables.
¿Al paredón a los trabajadores?
La entrevista abordaba la denuncia sobre el hambre de los pibes y el costo de los alimentos, pero lamentablemente concluyó con un cuestionamiento hacia los docentes y el personal de salud. Grabois decidió responsabilizar a los trabajadores del estado actual de la salud y la educación públicas, insinuando que uno de los motivos del hambre infantil es el ausentismo laboral.
Cerró con una frase más que desafortunada: “Vas todos los días, cumplís el horario entero y te rompés el orto, y si no, al paredón. Y si no, sos un traidor a la patria, sos peor que Milei.”
Aunque luego intentó aclarar que hablaba de quienes tienen cargos de dirección o responsabilidad, es evidente que mencionar esa cuestión en el contexto de una denuncia sobre el hambre traslada la culpa a los trabajadores. Se los responsabiliza de una crisis social que es fruto de políticas públicas y ajustes ajenos a sus decisiones, y que está muy lejos de su alcance modificar.
Estas declaraciones están en sintonía con otras previas, y muestran a un Grabois que intenta ubicarse oportunistamente en un reclamo equivocado de ciertos sectores sociales.
Una crisis como la actual se compone, por un lado, del deterioro en las condiciones laborales de docentes, auxiliares y médicos —que incluso afecta su salud— y, por otro, de un discurso que busca responsabilizarlos por esa situación y por el aumento general de la pobreza.
Frente a gobiernos ajustadores, declaraciones como las de Grabois, que culpan a los trabajadores por el estado de las cosas, son nefastas y peligrosas.
No buscan denunciar el hambre ni ofrecer soluciones: buscan atacar a los trabajadores.
Al paredón, mejor mandemos a esta casta política que vive de privilegios y es la verdadera responsable del hambre. Y también a los sectores patronales y privatistas que lucran con la salud y la educación pública.
El estado de la salud y la educación públicas
Por supuesto, Grabois se olvidó de contar la realidad de las escuelas y hospitales, que el Estado —en sus distintas jurisdicciones— deja librados a su suerte.
Son innumerables los servicios de salud y educación colapsados por problemas de infraestructura y la falta de recursos. Ni hablar de la precarización laboral: sobrecarga, salarios de miseria y condiciones que hunden a los trabajadores por debajo de la línea de pobreza.
A pesar de esta situación, somos los trabajadores quienes sostenemos la salud y la educación pública.
Sostenemos nuestras tareas —y más— sin recursos, sin agua o gas, sin elementos básicos, con hambre y en un estado de precarización absoluta.
Somos quienes salvamos vidas, recibimos a los pibes, les damos de comer, compartimos con ellos alegrías y tristezas. Si no fuera por los trabajadores, muchas escuelas y hospitales dejarían de existir: los edificios ya colapsan y se caen sobre nuestros cuerpos.
Cuestionar a esos trabajadores es de caradura. Y no tiene nada que ver con combatir el hambre o la precariedad impuesta por las políticas públicas de los gobiernos a los que Grabois nunca nombra.
Desde aquí, además, queremos estrechar nuestra solidaridad con los trabajadores del Hospital Evita de Lanús, un ejemplo concreto del esfuerzo frente al abandono del Estado.
No es la primera vez
Así es. No es la primera vez que Grabois ataca a los trabajadores. Ya fueron noticia sus declaraciones responsabilizando directamente a docentes por la crisis educativa y la situación social de las infancias.
En otra entrevista, el año pasado, dijo “no estar muy en desacuerdo” con el proyecto de Milei de declarar la educación como servicio esencial, lo cual cercena el derecho a huelga. Le pareció bien esa política del gobierno libertario.
Agregó además: “Si querés ser docente y tratar con pibes, tenés que tener un nivel de responsabilidad como docente y como persona”.
Y continuó: “No tomarte el palo cuando se te cantan las pelotas”, o “no abusar del estatuto para inventar licencias”.
Ahí queda expuesto: equipara el derecho a huelga con una licencia común y acusa a docentes y estatales de “abusar del estatuto” sin mencionar que muchas licencias están contempladas por el tipo de trabajo que realizamos.
Cuestionar el derecho a huelga es desproteger a los trabajadores.
Y usar estos mismos argumentos es abrirle la puerta a que los gobiernos los ataquen y recorten derechos, lo que es criminal y empobrece nuestras condiciones de vida.
Dice combatir la pobreza, pero no enfrenta a sus verdaderos responsables: culpa a los trabajadores.
Da la sensación de que su proyecto consiste en administrar la pobreza y contenerla. Eso es todo.
Desde ahí, se entiende que plantee el eje en la “contención”: a los pibes y pibas pobres hay que contenerlos, no educarlos, no ampliar sus horizontes ni proponerles otro proyecto de vida.
¿Qué importa cómo están las escuelas y hospitales? ¿Qué importa si explotan, llevándose la vida de trabajadores y trabajadoras?
Docentes y estatales con salarios por debajo de la línea de pobreza, jornadas agotadoras, planificación en casa, asistencia en situaciones sociales críticas, violencia, salud mental, y un millón de infancias que se van a dormir sin cenar.
Y aún así, para Grabois, somos los culpables.
Será momento de que el referente de Patria Grande reflexione y cambie. Lamentablemente, en lugar de eso, llama a seguir en los frentes con el PJ, sin plantear ningún cambio real de fondo.
Invitamos a los compañeros y compañeras honestas, que ven la necesidad de construir algo nuevo, a fortalecer un proyecto de izquierda, el único que defiende a los trabajadores de la salud y la educación, y a los sectores populares que necesitan una salud y una educación públicas, gratuitas, de calidad y con presupuesto estatal suficiente.
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