El imperio del dólar barato

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Desde que es presidente, la intervención de Javier Milei en el debate público combina la vanidad y el cálculo. Tiene el talento expresivo para hablar con arrogancia y presentarse estratégicamente como víctima. Apela al desparpajo y la violencia como proyección de una debilidad de raíz que a la vez lo define y es la armadura que lo protege de sus propios defectos.

Los días que siguieron a la flexibilización del cepo cambiario devolvieron a Milei a su zona de confort después de un incómodo bimestre de zozobra. Desbordante, eufórico, revanchista, se ubicó en la cima del poder para anunciar la liberación nacional. “Salimos de Egipto”, dijo, bíblico. Desde el desierto por el que proclama conducir a los argentinos hacia la tierra prometida propuso un festejo triunfal, definitivo. Ahora sí, lo peor ya pasó.

Milei festeja la salida del cepo con Caputo, Quirno y otros funcionarios en el Ministerio de Economía; una imagen que difundió el vocero Manuel Adorni

Como en todo líder político, la palabra lo asiste para revelar lo que no es evidente. Milei salió a decirles a los argentinos que las cosas van bien porque percibe, como marcan encuestas y estudios cualitativos, que hay dudas sobre la salud de la economía entre aquellos que acompañan al Gobierno. El salto de los precios en marzo fue una señal de alarma que puede convertirse en preocupante si la nueva regla cambiaria consolidara un quiebre en la tendencia de desinflación, el mayor tesoro el gobierno libertario.

El Presidente decidió pasar a la acción. Desplegó una presión intensa a los supermercados, a grandes formadores de precios y a las prepagas para que desistan de lanzarse a una carrera de remarcaciones. En simultáneo, advirtió con tono áspero a los exportadores de productos agropecuarios que si especulan con un tipo de cambio más alto van a perder. Les recordó que en julio se termina la baja temporal de retenciones, ese tributo que tantas veces prometió eliminar. No será ahora.

Para que la amenaza sea convincente reveló que su objetivo es que el dólar flote hacia el piso de la banda, 1000 pesos, y no hacia el techo, 1400. “Vení y jugá contra la moneda a ver cómo te va a ir. Apostá, apostá, porque esos dólares están ahí para romperte todo”, dijo en la charla de casi 5 horas que mantuvo con Alejandro Fantino. El préstamo del Fondo Monetario Internacional (FMI) que le permitió salir de la encerrona de las microdevaluaciones mensuales es su nueva arma de disciplinamiento.

A contramano con lo que muchos pronosticaban, Milei y su empoderado ministro de Economía, Luis Caputo, perciben la desarticulación del viejo cepo como un mecanismo para mantener el imperio del dólar barato. Persisten en aquello que parecía haberlos llevado a un callejón sin salida: un tipo de cambio que perdió competitividad.

Con un dólar recontra-bajo, el Gobierno puede aspirar a torcer hacia abajo otra vez la curva de la inflación y a reinstaurar la calma en la que había florecido el sueño de una hegemonía libertaria.

Es un objetivo de primer orden para Milei, en el que siempre se combina convicción ideológica y interés político. Si logra que una parte mayoritaria de la población perciba “que las cosas van bien”, tendrá allanado el camino a un triunfo electoral en octubre.

¿Podrá ejecutar el milagro? El acuerdo con el FMI incluye una meta ambiciosa de acumulación de reservas. Los burócratas de Washington se resistían a darle una montaña de dólares a la Argentina para financiar vacaciones en Miami y un boom de compras en Amazon. La gimnasia de un prestamista consiste en convencer al deudor de que debe achicarse para pagar. En el caso de un país, eso implicaría devaluar la moneda para mejorar la competitividad y, de esa manera, generar las divisas que aumenten su capacidad de cumplir.

Dólar y precios, dos variables que se entrelazan en los comercios argentinos[e]MARTIN ZABALA� – XinHua�

Pero Milei insiste en que solo va a comprar dólares cuando la cotización se acerque a 1000 pesos. A la vez, habilitó el ingreso de inversores extranjeros a los que alienta a pesificarse, con una tasa beneficiosa. Les impone un plazo de seis meses en que no pueden repatriar los fondos. Es decir, hasta octubre, en coincidencia con las urnas. Todas las señales que da el Gobierno apuntan a una baja del tipo de cambio, pero anticipan una fuerte pulseada con el sector agropecuario. ¿Por qué si ya no liquidaban la cosecha a 1130 pesos hace 10 días lo harían ahora a una cifra menor? ¿Habrá oferta suficiente en el mercado para que la cotización se desplome?

Al plantearse una guerra discursiva, Milei no va a ahorrar recursos. A su juego lo llamaron. La crítica le suena a agresión. Superó en una semana su marca histórica de ataques a economistas y periodistas, en especial para negar cualquier sugerencia de que el acuerdo con el FMI obligó al Gobierno a recalcular. Se convirtió en dogma libertario afirmar que la salida del cepo antes de Semana Santa era un plan diseñado al milímetro desde tiempos inmemoriales.

No importa que durante años Milei hubiera dicho que tomar deuda era inmoral o que con superávit fiscal no habría necesidad de tomar nuevos préstamos. Ni que hubiera anticipado desde noviembre hasta marzo que solo saldría del cepo después de que la tasa de inflación convergiera con la devaluación inducida en el programa (1%), pero finalmente lo hizo justo después de un repunte del 3,7%.

Milei, contra periodistas, como Fernández Díaz y Pagni

Quien dude de la infalibilidad de las Fuerzas del Cielo se arriesga a entrar en la lista de los réprobos del nuevo poder. La reacción de Milei contra el periodismo profesional es sintomática. Solo en los últimos siete días el Presidente escribió o dijo sobre los periodistas que son “operadores, mentirosos y farsantes”, “sicarios con micrófonos”, “ensobrados”, “corruptos que extorsionan por dinero”, “basuras asquerosas” que mienten, injurian y calumnian, que “envenenan a la gente”, que tienen “déficit de IQ” y “abstinencia de pauta”.

A los economistas también les rezó un rosario de insultos. Los acusa de pifiadores. Muchos cometen un error indudable: hacen pronósticos sobre la base de las promesas del propio presidente. A Carlos Melconian lo ridiculizará de por vida por haber advertido que el programa libertario fracasaría si iba a la dolarización que sugería Milei en campaña. “Me invitás a comer fideos con tuco y no tenés fideos ni tuco”, decía Melconian. El Presidente le refriega la pasta por la cara desde que el año pasado sus medidas lograron estabilizar las principales variables… con un plan que fortaleció al peso en lugar de eliminarlo.

A otros, como Hernán Lacunza, los fulmina por haber advertido que la regla intocable del crawling peg descendiente lo llevaba a una crisis de reservas. Los criticaba antes, cuando hacían sonar esas alarmas, y ahora cuando efectivamente el Gobierno tomó un nuevo rumbo. Como con “la casta”, es mandil quien Milei decide.

Ya hay algunos anotados en la próxima tanda. Ricardo López Murphy dijo que sería muy negativo incumplir las metas de acumulación de reservas pactada con el FMI (más de US$9000 millones hasta fin de año): “¿Dónde está dicho que el Banco Central solo compra en el límite inferior de la banda? Hay que comprar ahora. Lo peor que podría pasar es que después de un apoyo descomunal no lo usemos correctamente. Hay que comprar genuina y sistemáticamente divisas“.

La sugerencia implícita en esas palabras lleva a pensar en el largo plazo, justo cuando la dinámica oficialista se orienta a garantizar un corto plazo confortable de cara al desafío de las elecciones.

La “tercera fase” del plan constituye un puente hacia la cuarta, de la estabilización definitiva, después de un triunfo electoral.

El dilema de Milei es que, al igual que casi todos sus predecesores, gasta crédito de largo plazo en función de las urgencias inmediatas. Su programa político consiste en la construcción de una hegemonía, contraria a la idea de un escenario de cooperación para los momentos desafiantes que vendrán en 2026.

Incluso con un triunfo legislativo importante, La Libertad Avanza (LLA) seguirá siendo minoría en los dos cámaras del Congreso y así tendrá que sacar adelante una agenda delicada en términos sociales como la comprometida con el FMI, que incluye una reforma jubilatoria, la eliminación del monotributo y otros cambios impositivos, privatizaciones y una meta ambiciosa de acumulación de reservas.

Javier Milei y Scott Bessent, secretario del Tesoro de EE.UU. en la Casa Rosada; una señal de apoyo potente del gobierno de TrumpWalter Carrera/ Presidencia

Es un dilema clásico: lo que sirve para ganar elecciones puede ser tóxico para gobernar.

La técnica de alinear a los enemigos ha resultado tan exitosa para Milei que solo se plantea acentuarla.

Un reciente estudio de la consultora Methodo, que dirige Patricio Hernández, aporta datos que pueden explicar este acto reflejo del oficialismo. A partir del procesamiento de datos de encuestas y de millones de interacciones en redes sociales, elaboró un modelo estadístico predictivo del voto. La conclusión a la que arriba el trabajo es que tanto la aprobación presidencial como su intención de voto se sustentan más en símbolos que en resultados concretos. El principal motivo de apoyo a Milei es la lucha contra “la casta”, representada en la motosierra como instrumento para castigar a los privilegiados. Quien valoran la acción del Gobierno en este aspecto tiene un 42% de probabilidad de votar a los libertarios en las próximas elecciones, sostiene el estudio.

Las demás razones .-muy pocas en comparación con otros líderes políticos- son la identidad antiperonista (23%), lucha contra la inflación (16%), la política de seguridad (15%) y la ideología (apenas 5%).

“El núcleo duro de su respaldo responde a una narrativa que combina austeridad moral (“anti casta”), lucha contra un enemigo tradicional (el peronismo) y una esperanza difusa en que alguien está haciendo algo de una buena vez contra problemas estructurales como la inflación y el narcotráfico”, añade el trabajo.

El reto de Milei es mantener viva la llama de la rebelión contra el poder establecido, aun cuando ahora es él quien se sienta en el trono. Acaso por eso las dimensiones de “la casta” se amplían a diario.

Hacia allí empezó a empujar al propio Mauricio Macri, a quien durante meses invitó a comer a Olivos y le reconoció en público su ayuda para ganar el balotaje. Esta semana le reprochó la instauración del cepo en 2019 y sugirió (aunque lo personalizó en su primo Jorge) que pelea por “los negocios de la ciudad”.

Las elecciones porteñas le caen en un momento incómodo a Milei, justo cuando podría sentirse el pico inflacionario. Saldrá a poner el cuerpo en una disputa local a la que empujó a su vocero Manuel Adorni porque siente que el verdadero sentido de este año electoral es conquistar definitivamente la derecha argentina. Macri se convirtió en un obstáculo a su juicio.

Al expresidente, de campaña a tiempo completo, suelen pararlo en la calle para pedirle que no abandone a Milei. “A veces parece que no se deja ayudar”, le respondió a una comerciante esta semana.

Una vecina le pidió a Mauricio Macri que “acompañe a Milei” y respondió que el Presidente “se tiene que dejar”Captura

Su estrategia se sostiene en el voto dual: que aquellos porteños que se ilusionan con el programa de Milei no sientan como una ruptura emocional votar al Pro. Ofrece algo así como “vótenos para que nuestro rival puede hacer mejor las cosas”. En el fondo, lo que se discute es si Macri tiene un lugar en la mesa de las decisiones de la etapa que viene.

Milei se presenta como el instrumento más eficiente para jubilar a Cristina Kirchner. Por eso ahora presiona para que se vote el proyecto de ficha limpia en el Congreso y anuncia que impulsará una ley de ética pública. Esa norma ya existe: es aquella que, entre otras cosas, impide a los funcionarios “usar bienes, servicios o información oficial para promover productos o empresas privadas” y que lo incomodó en el caso $LIBRA.

En paralelo, al búnker de Cristina le llegan señales del Gobierno de que no buscan proscribirla y de que no están buscando acelerar un fallo de la Corte que le impediría ser candidata. Incluso si saliera la ficha limpia, ella podría competir como legisladora bonaerense, tal como de momento prevé.

Milei busca arrebatarle a Macri la bandera de transparencia que suele flamear el Pro. Acusa a los primos de ineficiencia en la gestión y de operar contra su gobierno. Lo hace a su manera, ajustando dichos anteriores. Dice que no pudo acordar con el Pro en la ciudad por culpa del adelantamiento electoral. Es un argumento construido con el tiempo: Jorge Macri anunció el 27 de diciembre el desdoblamiento y el 8 de enero el Presidente dijo en una entrevista que estaba abierto a “un acuerdo total con el Pro para arrasar al kirchnerismo”.

Cristina Fernández de Kirchner, la semana que pasó, con Eduardo Bali BuccaX.com

Otro punto de discordia es la contratación del español Antoni Gutiérrez-Rubí como arquitecto de la campaña del Pro. “Contrataron para campaña negativa al mismo que contrató Massa. ¿A usted no le parece que eso es un acto de deslealtad? A mí me parece una traición en la espalda”, dijo este lunes. Gutiérrez-Rubí trabajó para Massa en 2023, pero antes de las elecciones tomó el control un grupo de expertos brasileños que coordinaba Edinho Silva. Milei lo sabía: en febrero de 2024 acusó en una entrevista con Marcelo Bonelli al “grupo de brasileros que tenían contratados para hacernos campaña negativa”. Volvió a hablar de “los brasileros” en otras dos notas, en abril y mayo del año pasado.

Las palabras son arcilla para él: lo que vale es lo que dice hoy. Parece interpretar por momentos el guion del segundo capítulo de la nueva temporada de la ficción distópica Black Mirror. En él, la protagonista crea una computadora cuántica que le permite cambiar el pasado y la realidad a su alrededor. Con solo apretar un botón lo que pasó se ajusta a lo que ella dice. Así se hace rica y poderosa, pero su misión real consiste en ejecutar una cruel venganza contra antiguas compañeras de colegio que le hicieron bullying en la adolescencia. Las manipula psicológicamente hasta llevarlas a cuestionar su percepción, su memoria, su cordura. Spoiler alert: al final la descubren y termina mal.

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