Reivindicar los derechos vulnerados por el nuevo decreto ley, que limita «de forma injusta y discriminatoria» el acceso a la ciudadanía italiana. Destacar que los descendientes que eligen repatriarse a Italia «son un recurso para el país, no solo en términos demográficos, sino también económicos». Visibilizar «los daños que este decreto ya causó» a quienes viajaron con la intención de iniciar su proceso de ciudadanía y ahora están varados legal y emocionalmente.
Con esas consignas, y a más de 24 horas de que se haya presentado la última de las enmiendas antes del debate en el Parlamento italiano, los descendientes que quedaron «frenados» -literalmente, con sus carpetas consulares en la mano-, organizan una multitudinaria marcha en Roma para intentar revertir la normativa que endureció fuertemente los requisitos para obtener el passaporto rosso.
El encuentro, el sábado 3 de mayo a las 10 de la mañana en Piazza del Campidoglio, será el segundo desde que el 28 de marzo, el gobierno de Giorgia Meloni promulgó una especie de DNU que restringió el ius sanguinis o derecho de sangre, afectando a cientos de miles de descendientes de italianos en Argentina y el mundo.
A partir de esta fecha, solo pueden solicitar la ciudadanía italiana quienes sean hijos o nietos de ciudadanos italianos. Quedan excluidos aquellos que descienden de bisabuelos o generaciones anteriores.
«Mi hermana no puede ya obtener la ciudadanía bajo las nuevas normativas. Paradójicamente, descendiente del mismo antecedente italiano que yo, pero no pidió su reconocimiento hasta el día de hoy y ya no puede hacerlo. Teniendo un padre italo-argentino, residente en el extranjero. También tengo amigos damnificados», dice desde Roma a Clarín Neisy Vadori, que representa a la comunidad de italo-argentinos en el exterior dentro el Comité de italo-descendientes en contra del Decreto-ley n.36/2025 (CIDL), y una de las organizadoras de la marcha.
«Yo tengo la ciudadanía, pero personalmente me afecta porque lo siento como un ataque a mi identidad, ni hablar de que me resulta injusto, por la historia que compartimos los argentinos con los italianos, que les hemos abierto las puertas, dándoles trabajo, oportunidades y por sobre todo dignidad», sigue.
El miércoles pasado fue el último de tres días consecutivos en los que se presentaron enmiendas en el Senado italiano. En una semana se votarán las definitivas, que buscan suavizar el decreto ley, que tiene fecha de tratamiento para el 8 de mayo. Aún no son públicas, pero Ricardo Merlo, presidente del Movimiento Asociativo Italianos en el Exterior (MAIE) que tiene representación parlamentaria, las adelantó a Clarín.
«Nosotros pedimos que saquen la palabra ‘nato en italia‘ (nacido en Italia) y que tengan que haber vivido dos años en Italia antes de que la descendencia nazca para poder trasmitir la ciudadanía. Si se saca eso, no se corta el ius sanguinis, porque abre la descendencia a que cualquier italiano nacido en el exterior pueda transmitirla. Otros (grupos políticos) presentaron enmiendas que pedían que los bisnietos tengan Nivel D1 de un idioma italiano para poder obtenerla», detalla Merlo, quien considera que «el decreto ley es inconstitucional en ese aspecto e incluso es judiciable».
El canciller italiano, Antonio Tajani, justificó estas medidas señalando que buscan evitar abusos y la comercialización de pasaportes italianos. «Ser ciudadano italiano es un asunto serio», afirmó.
Antes de esta reforma, cualquier persona con un lazo sanguíneo italiano (después de marzo de 1861) podía hacer valer su derecho al reconocimiento de su ciudadanía italiana. Con el nuevo decreto, se requiere una conexión más directa y reciente con Italia. Para muchos en el país, ya imposible.
La medida generó un fuerte debate sobre la identidad de los descendientes de italianos en el extranjero. Los argentinos afectados ven en esta reforma una negación de su herencia cultural y un obstáculo para mantener vivos los lazos con la tierra de sus antepasados.
La marcha en Roma busca visibilizar esta problemática y abogar por una ciudadanía inclusiva que reconozca la diversidad y la historia de la diáspora italiana.
«El contacto con los senadores es importante para poder ver el punto desde adentro. Pero acá no tenemos banderas políticas de ningún tipo y de verdad que somos todos absolutamente diferentes. También noté esa diversidad que traemos. Pero en esta marcha estamos todos del mismo lado», dice a Clarín Nazarena, que forma parte del grupo que organiza la movilización.
«Yo vivo en Italia hace 7 años, con mi familia somos todos italianos ya. Pero acá está una de mis mejores amigas, que vendió absolutamente todo y se vino, llegó el 12 de febrero, y solo pudimos hacer la residencia. La comuna no recibió la documentación debido al decreto que salió en marzo, pero sin ninguna norma emitida por el Ministerio del Interior de Italia. Cada comuna está actuando en función de lo que tienen ganas de hacer. En Roma, por ejemplo, reciben documentación, pero no te dan el protocolo de recepción (seguimiento). Una locura», marca.
PS